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Agustí Villaronga en el «espacio mental» de ‘El ventre del mar’

El viernes se estrena en cines la premiada película del cineasta mallorquín, rodada en Es Sindicat de Felanitx por su simbolismo

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Agustí Villaronga, en el «espacio mental» de ‘El ventre del mar’

«El mar solo era un espejo. Allí, en su vientre, me vi a mí mismo», comienza el tráiler. Y ese vientre se ha recreado en Es Sindicat de Felanitx. «Tenía que ser este lugar, este y no otro, lo vi claro desde que empecé a escribir la película, en el confinamiento». La memoria del cineasta Agustí Villaronga guardó en un rincón una visita de juventud al edificio abandonado -«me flipó totalmente y no paré de hacerle fotos»- y lo ha rescatado para convertirlo en «un espacio mental», tal como se podrá ver a partir del viernes en las salas de cine de toda España. La premiada El ventre del mar, «una historia de supervivencia en un naufragio con dos personas enfrentadas», señala el director mallorquín, gira en torno al tótem del inmueble por su simbolismo. «Las enormes tinas, con sus formas curvas, me recordaban a los cerebros y eran perfectas debido a que la parte mental de los protagonistas es muy importante».

Sin embargo, Villaronga no ha buscado más metáforas entre las paredes de la antigua cooperativa de vino, declarada Bien de Interés Cultural, sino «un lugar práctico, grande y factible para construir una balsa, llenarla de agua y que aguantase el peso», explica tras bromear con que «muchos creen que los artistas están buscando siempre comparaciones raras y simbolismos». El productor, Cesc Mulet, de La Perifèrica, especifica que «la localización tenía que ser un espacio vivido, en ruinas, de arqueología industrial, no servía un lugar natural». Visitaron varios y ninguno convenció al director, por lo que insistieron en la idea inicial pese a las reticencias del Consell de Mallorca, propietario de Es Sindicat, porque se halla en muy mal estado.

«Tuvimos que poner una red en la planta superior para evitar que cayese amianto de la uralita y hubo un gran trabajo para tapar los miles de grafitis existentes», tal como recuerda Agustí Villaronga. Y cuenta que «solo una semana después de finalizar la grabación, los de La Perifèrica regresaron al edificio y se había caído parte de un porche justo al lado del lugar de rodaje, donde estaba montada la retaguardia y los preparativos. Si llega a caerse antes, seguro que hubiese ocurrido algo. Fue una película de alto riesgo en todos los sentidos», en palabras del autor del largometraje, quien adaptó un capítulo de Oceano mare, la novela de Alessandro Baricco, que se basa en el naufragio en el siglo XIX de la fragata Alliance, de la Marina francesa.

‘Shock’ emocional

Durante una escena rodada en el mar, frente a s’Estanyol, también tuvieron un buen susto, porque uno de los figurantes, Omar, sufrió un shock emocional «cuando vio a algunos intérpretes boca abajo, como si estuviesen ahogados, y rememoró su viaje en patera y a los amigos suyos que les había ocurrido lo mismo. Lo vivió de nuevo y le desbordó, por lo que enseguida le llevamos a tierra, aunque continuó en la película», recuerda el director. Otra escena junto al mar se desarrolla con un niño y uno de los protagonistas en una cala cercana a Portocolom. «Intentamos grabarla en un almacén del castillo de Bellver donde se guardan barcazas antiguas, pero no nos dejaron, y tampoco en un depósito del puerto de Palma, aunque la alternativa queda mucho mejor», se alegra. Sobre la escena del joven marinero con una chica, «representa África y está rodada en un palmeral de una finca de Santa Margalida». También grabaron en la sede institucional del Consell en la calle Palau Reial. «Fue pura casualidad, ya que estábamos buscando otros lugares y en una visita protocolaria vimos esa gran sala que nos encantó», concluye Villaronga de las localizaciones mallorquinas elegidas.

Se siente orgulloso de haber hecho la película que quería con los escasos medios que sabía que tendría, entre otras cosas porque la rodó tras el confinamiento. «Está pensada y adaptada a esas carencias, tanto de presupuesto como a las muchas dificultades por la pandemia. Lo que sí puedo decirte es que si hubiese habido mucha pasta, hubiera sido una película diferente, pero no creo que El ventre del mar hubiese sido mejor», aventura. La «libertad» que tuvo al crearla, con solo unas 30 personas en el equipo, «fue fantástica y eso no te lo da una multinacional ni plataforma».

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