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Entrevista
Tomás Alía Interiorista y decorador

«En España somos pioneros en la excelencia y la cultura del buen vivir»

Fue el encargado de decorar el palacio de la jequesa de Qatar, de 54.000 metros cuadrados

Tomás Alía: "El decorador pone el atrezzo y el interiorista concreta el espacio"

Tomás Alía: "El decorador pone el atrezzo y el interiorista concreta el espacio" G. Bosch

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Tomás Alía: "El decorador pone el atrezzo y el interiorista concreta el espacio" Guillem Porcel

El interiorista Tomás Alía, que ha pronunciado este jueves en Palma una conferencia en el marco del Mallorca Design Day, ha conseguido labrarse un buen nombre nacional e internacional a base de grandes proyectos como el de la jequesa de Qatar. Su espacio favorito de la isla es el Hotel Cap Rocat, situado en la bahía de Palma: «Mallorca es un espejo del interiorismo y tiene grandes joyas».

Pregunta introductoria: ¿qué diferencia a un interiorista de un decorador?

Los interioristas practicamos la arquitectura vinculada al diseño. Concretamos, diseñamos y definimos espacios. El decorador ornamenta, embellece y pone el atrezo. El interiorista, en cambio, construye y se enfrenta al espacio.

¿Cuáles son las claves del buen interiorismo?

La formación es fundamental, desde la universidad hasta la experiencia. Un interiorista debe viajar y estar atento a lo que pasa en el mundo, sobre todo en los países emergentes. En un mundo globalizado casi todos hablamos de lo mismo. En España hay que perseguir el identitario plural que tenemos en cada una de las autonomías. Eso hay que ponerlo en valor en clave contemporánea. Siempre defiendo la maestría artesana vinculada al diseño que persiga la singularidad de cada lugar. España es un país rico, plural y diferente. El interiorista debe inspirarse del entorno en el que trabaja.

¿En España existe una cultura del interiorismo?

Tenemos un problema concreto: no somos el mundo sajón. Aunque sí contamos con un gran bagaje cultural. Las alfombras, por ejemplo, llegaron a Europa porque los árabes trajeron un elemento sutil y mórbido que acolchaba acústicamente a la vez que servía como aislante térmico. A raíz de esa vinculación con el mundo árabe, en España somos pioneros en la excelencia y la cultura del buen vivir. La convivencia de estilos y la apuesta por la contemporaneidad son claves si queremos tener un papel importante en el mundo. El español es muy creativo y tiene una capacidad de adaptación muy rápida. Fuera valoran mucho nuestro talento y nuestra agilidad. Hemos pasado de la mesa camilla al mundo de Ikea. Debemos creer en el diseño democrático para que todos podamos disfrutar del confort y la ergonomía.

El diseñador Tomás Alía, ayer, en la tienda Aquaquae. | G. BOSCH

¿Se reconoce más el trabajo fuera de España que dentro?

Sin duda. Nadie es profeta en su tierra. Yo no me puedo quejar, pero los diseñadores españoles somos mejor recibidos en otros países.

¿Cómo definiría su trabajo?

Tiene una identidad reconocible que catalogaría como arriesgada y fresca. Es un trabajo muy reposado con el pasado aunque siempre pensando en el presente y el futuro. Lo que propongo es revisar las teorías del identitario cultural español en clave contemporánea. En mi estilo conviven varios estilos a la vez, como si los agitara en una coctelera. Cada estilo se adapta al cliente.

¿Qué principales diferencias hay entre un entorno privado y uno público?

Todas las del mundo. En el mundo privado tienes que dedicarte en cuerpo y alma porque te conviertes en el asesor personal del cliente. Dedicas mucho tiempo y, en ocasiones, decides hasta su estilo de vida. Los proyectos privados sufren una evolución. En los proyectos públicos tienes que trabajar en conjunto con otras personas implicadas, y eso provoca que los avances sean diferentes.

Ha trabajado en varios países árabes. ¿Qué suelen pedir?

Allí admiran cómo vivimos nosotros. Yo decoré el palacio de la jequesa de Qatar, que tenía 54.000 metros cuadrados. Gané ese concurso porque reivindiqué la capacidad de los españoles de interpretar el estilo andalusí en clave contemporánea. Suelen demandar confort y estética. Tienen necesidades concretas como las zonas de hombres y mujeres, pero luego coinciden en muchas cosas con nosotros porque vivimos en un mundo globalizado. Les gusta el american size: grandes proporciones y mucha comodidad.

¿Hacia dónde va el interiorismo?

Estamos dirigiéndonos hacia interiores mucho más relajados y cálidos. Las texturas son muy importantes. Serán interiores más cultos. Ahora vivimos un overdress decorativo, y eso está destinado a morir. Tenemos que bajar la intensidad porque la gente busca espacios bien definidos, luminosos y confortables.

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