En tiempos de dudas y cuestionamientos, Begoña Méndez y Nadal Suau han decidido preguntarse por qué el matrimonio puede ser un espacio emancipador. «Surge como un juego o una performance poética y política, pero el objetivo era escribir para encontrar respuestas», explican.

Los escritores, que presentan hoy El matrimonio anarquista en el Cafè a Tres Bandes Palma, defienden que no se trata de un libro contra otras formas de relacionarse ni un alegato nostálgico: «Creo que el matrimonio tradicional o la monogamia están en crisis actualmente, pero queríamos averiguar si aún se podía recuperar algo positivo».

Confiesan que desde el comienzo de la escritura de estas cartas «somos mucho más amigos y hemos tenido conversaciones que antes no hubieran surgido». A pesar de la carga irónica del título, buscaban encontrar sus propias contradicciones en un momento en el que «todos estamos inflamados políticamente, polarizados, con opiniones muy contundentes».

Ambos acaban admitiendo que todo se reduce a tener un sueldo a final de mes y no estar en un trabajo que te «embrutezca»: «Eso te obliga a pactar y a darte cuenta de que hay límites. Cuando te miras al espejo y ves tus limitaciones te das cuenta de que haces lo que puedes».

La reflexión sobre el cuerpo vehicula toda la obra. Méndez declara que se trata de un tema fundamental en su escritura porque siempre ha sido una de sus obsesiones: «Tengo una relación complicada con él. Escribir me ayuda a entender por qué esto es así». Suau, por su lado, lo aborda de forma tímida, y confiesa que a los hombres «nos cuestan más hablar de estos temas porque, cuanto más incómodo y más afecte a tu proyección externa como hombre fuerte, más te cuesta».

Reconocen que lo único que hacen es trabajar y nadar, aunque siempre tratan de sacar tiempo para escribir: «Nuestra vida gira en torno al trabajo. Queremos hacerlo lo mejor posible y defendemos la educación pública, las segundas y las terceras oportunidades».

Esto condiciona inevitablemente su escritura porque trabajar tanto les condiciona, ya que «acabamos agotados y tenemos que aprovechar el insomnio y momentos concretos como el verano». Pese a que su deseo sería poder dedicarse únicamente a escribir, creen que es un ideal inalcanzable de momento. «Al no depender de vender muchos libros, podemos afrontar la escritura de una forma totalmente diferente», concluyen.