Un año después de ganar el León de Plata, el cineasta mexicano Michel Franco regresó ayer al Festival de Venecia con Sundown, un drama familiar bajo el sol de Acapulco que refleja la violencia y la vida del lugar a través de la fría mirada, casi nihilista, de un extranjero. «El lugar en el que hemos filmado es tan importante como los propios personajes y no podría separarlos. La historia tenía que tener lugar en Acapulco, que fue mi sitio preferido y que sigo amando», dijo el realizador en la rueda de prensa de presentación. Después de hacerse con el Gran Premio del Jurado el año pasado con Nuevo Orden, Franco (vuelve con este drama repleto de intrigas que ha generado debate entre el público veneciano.

«La cinta es el ocaso de una rica dinastía británica, encabezada por Neil (Tim Roth) y Alice (Charlotte Gainsbourg), que veranea en Acapulco hasta que una tragedia inesperada interrumpe el asueto y divide a la familia, desvelando tensiones inesperadas. Para sorpresa de todos, Neil decide no volar a Londres para quedarse y cambiar su vida de lujos por una odisea por las barriadas del lugar, siendo testigo de los estragos de la violencia y la desigualdad. Y la pregunta que inquieta es «¿por qué?».

La intención del director no era tanto denunciar las injusticias sociales o la pobreza, sino poner a un extranjero en medio de un entorno hostil e inhóspito. «En este caso no era tanto hablar de la disparidad, me gustaba la idea de un personaje extranjero en todos los sentidos respecto al lugar, que no habla la lengua y vive un momento muy particular de su vida, es un forastero que se deja llevar», explicó. El tema que sobrevuela es el «derecho» a poder desaparecer cuando las cosas se ponen crudas: «La única decisión que toma es separarse de su propia familia (...) No hace nada malo, elige. Todos tenemos derecho a ser libres pero ¿quién lo es?», cuestionó.

Aunque no lo haya hecho de forma premeditada, Franco confesó que en su protagonista hay algo que recuerda al inapetente Meursault de El Extranjero, de Albert Camus, pues se limita a recorrer los bajos fondos y a ignorar a su familia en Londres sin plantearse nada. La redacción del guión, que le llevó unas dos semanas, nace de una crisis personal que el cineasta vivió hace unos años y que le provocó una serie de preguntas presentes en la cinta.