Gracias a su ayuntamiento, la Palma de los años ochenta fue la Atenas de Pericles. En aquella década prodigiosa, el periodista conocía un día a Leonard Cohen, y a la mañana siguiente al también griego Mikis Theodorakis, practicante de la revolución cotidiana. Dejemos Zorba a la vulgaridad para quedarnos con la emoción de contemplar su interpretación de Z en una Sala Magna Salada del Auditórium. Que no llenó, aunque los 1.200 fieles ovacionaron en pie. Tuvimos tanta cultura que no dábamos abasto, casi da vergüenza recordarlo.