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Palma suspende en turismo cultural

La experta Lourdes Melis afirma que no se ha llevado a la práctica la intención de potenciar este modelo y pide coordinación entre las áreas responsables - Los espacios expositivos tienen numerosas carencias

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Palma suspende en turismo cultural

Los amigos Borja, de Madrid, y Javier, de Burgos, acudieron ayer a Palma porque forman parte del escaso 5% de turistas españoles que viajan a Mallorca por motivos culturales, tal como señala una encuesta del Instituto Nacional de Estadística de 2019. El porcentaje disminuye si también se incluyen los visitantes extranjeros, según añade la autora de la tesis Museus i turisme cultural a les Balears, Lourdes Melis. Como Borja es muy aficionado al arte, sobre todo al contemporáneo, tenía interés en acercarse al Museu Fundación Juan March y salió gratamente sorprendido: «Su colección es muy potente, una maravilla, con pintores nacionales de renombre internacional, entre ellos Tàpies y Barceló». Conocía la Fundación en Madrid y por eso apuntó esta visita en su agenda, pero lo que a su colega le llamó la atención es que «apenas hay gente, pese a la cantidad de paseantes que tiene esta calle tan turística». (Vea aquí la galería).

La media diaria de interesados en el arte expuesto en el casal de la vía Sant Miquel, cuya entrada es gratuita, oscila entre 150 y 180 personas, la mayoría extranjeros. No se forman colas para acceder, a diferencia de lo que ocurre en la Catedral, que cuesta ocho euros por una visita al templo, el museo y el cercano Museu d’Art Sacre, aunque algunos no saben que este último se incluye en el precio. El destino casi obligado de la Seu no necesita ninguna promoción, pero el turismo cultural carece de las herramientas básicas para consolidarse y aumentar, a pesar de que los políticos lo incluyen en sus discursos cada vez que hablan del cambio de modelo. «Desde hace una década, da la impresión de que hay una voluntad teórica en impulsarlo. Sin embargo, no se lleva a la práctica, ya que entre otras cosas ni siquiera existe un trabajo coordinado entre las áreas de Turismo y Cultura», explica la licenciada en Historia del Arte y autora de la tesis.

Considera que «el concepto de turismo cultural se ha adoptado de forma superficial, sin expertos detrás que otorguen contenido y continuidad a lo que necesitan los visitantes». Pone como ejemplos que no hay abonos de descuento para entrar en diversos museos, no hay una agenda que reúna la oferta cultural en varios idiomas, los espacios expositivos no tienen una persona dedicada al turismo, a diferencia de los gestores que organizan actividades educativas, las visitas guiadas se tienen que concertar previamente y no hay una relación con los mayoristas ni los hoteles, entre otras carencias. Lourdes Melis lamenta la «falta de difusión entre el sector de todo lo existente» y que la administración no aplique «medidas estratégicas efectivas para tomarse realmente en serio el turismo cultural», tal como propone la especialista.

Cerrado o a medio gas

Durante un paseo matinal por los principales espacios expositivos de la ciudad surge otra carencia: Algunos están cerrados, vacíos o a medio gas. El primer caso es el del Palau March, perteneciente a la Fundación Bartolomé March y sin relación con el museo situado en Sant Miquel, a excepción de los orígenes. Los numerosos turistas de la Costa de la Seu se acercan a él y se encuentran con el cartel de «cerrado temporalmente». Los que pasean por el barrio de la Llotja se topan con otra sorpresa: Aunque está abierto al público, el edificio gótico civil del siglo XV construido por Guillem Sagrera no tiene nada en su interior, pese a que el panel explicativo indica en cuatro idiomas que se trata de un «magnífico espacio de arte». Tras una breve visita, algunos se dirigen hacia Es Baluard Museu, muy cerca de allí, donde falta una de las exposiciones temporales, por lo que la entrada cuesta 4,5 euros en lugar de los seis de rigor. En otro de los espacios públicos, Can Balaguer, también están en pleno cambio expositivo, por lo que los turistas solo pueden ver la muestra permanente de cómo era una casa señorial en Ciutat.

Quienes quieran conocer la historia de la isla pueden acudir al Palacio de la Almudaina, que los miércoles por la tarde es gratis para los turistas de la UE; o echar mano de Google Maps para hallar el Museu de Mallorca porque la señalética a pie de calle brilla por su ausencia, a diferencia de lo que ocurre para llegar a los Baños Árabes. Tampoco parece tan fácil encontrar el antiguo recinto musulmán desde la calle de la Portella, ya que a menudo preguntan en el museo público cómo llegar a él. Se trata de un recinto privado cuya entrada cuesta tres euros y recibe diariamente entre 200 y 300 turistas. Respecto al Museu de Mallorca, del Consell, se permite visitar solo la planta noble, con obras góticas, renacentistas y del Barroco. Sin embargo, la sala del Romanticismo y el siglo XX está cerrada desde junio y se reabrirá a finales de septiembre con una nueva colección. Para los interesados en la arqueología, no habrá nada hasta el próximo año por los problemas de humedades que hay en el sótano.

Los paneles explicativos son la información que predomina en casi todos los museos de Palma, excepto en el de la Seu, que también ofrece audioguías por cuatro euros más o recorridos en tres idiomas con un experto por 25 euros. Y si los visitantes quieren disfrutar de las terrazas de la Catedral, pueden por 20 euros, precio que incluye la entrada al templo. Las colas que hay cada día demuestran que es un destino casi obligado.

Can Prunera, el museo modernista de Sóller, continúa cerrado

El museo de arte modernista Can Prunera, en Sóller, continúa cerrado «temporalmente» al público. Desde las redes sociales informaron el pasado junio de que esperan reabrir «muy pronto», pero la temporada alta empieza a tocar a su fin y los numerosos turistas que este verano han visitado el pueblo de la Serra se han encontrado con las puertas clausuradas. La colección de obra pictórica de la casa también conocida como Can Magraner abarca arte contemporáneo de los siglos XIX y primera mitad del X.

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