No sé si puede hablarse de lleno total, por eso de las restricciones de los aforos de los teatros, pero poco faltó para ello. Nos referimos al concierto que el pasado sábado dieron los componentes del grupo Rock & Press, después de diez años sin subir juntos a los escenarios. Fue una noche llena de reivindicaciones, propuestas atrevidas y, eso sí, buena música.
Ya desde el inicio, al entrar en la sala, el espectador se daba cuenta de que esa no sería una sesión al uso. El escenario, además de los instrumentos musicales (dos baterías, guitarras y bajo eléctrico), estaba lleno de elementos propios de un cubo de basura, simulando un espacio post ensayo de banda de rock: latas, papeles y otros desechos; y es que la sesión llevaba por título El último ensayo. Una decoración singular, sin duda.
Por los altavoces del teatro se pidió repetidamente la presencia del cantante del grupo, Gabi Rodas, como indicando que o bien se había olvidado de la actuación o estaba metido en otros menesteres extra musicales. Todo un guiño a la transgresión, que, sin duda, fue el eje central de todo el espectáculo. Porque de eso se trataba, de construir (o deconstruir) un espectáculo a partir de unos temas musicales muy bien escritos e interpretados y con unas letras que no dejan títere con cabeza, criticando a diestro y siniestro (aunque más a diestro, naturalmente).
Si uno quiere llevar a la banqueta (es un decir) a todos los colectivos, nada mejor que empezar por el propio, así que la prensa, en sentido amplio, tuvo su crítica, centrada primero en una canción en la que se hablaba de sumisión y luego en una parodia de un presentador icónico que fue de IB3 en sus inicios.
El ladrillo y el cemento con todo lo que representan en Mallorca, la corrupción, la derechona más rancia, así como otros movimientos sociales también tuvieron su momento de gloria (es un decir), siendo diana de rimas certeras y directas. En una palabra, buenos textos críticos, acompañados, eso sí, de buenas melodías y acompañamientos, con el rock and roll como base primera y última. Porque no lo olvidemos, se trataba de un concierto.
Muy buenas las caracterizaciones del cantante realizadas por Albert Pinya, así como la iluminación de Dominic Hull y el control de sonido, que firmó uno de los clásicos de IB3 Ràdio, Facundo Tenaglia. También interesantes las intervenciones teatrales de Clara Ingold (que también cantó un tema, el único en catalán de la noche), Salvador Oliva y José Torresma.
Buena velada, llena de humor, de crítica y música, hecha por siete inconformistas heterodoxos como son Rodas, Miquel Massutí, Carlos Garrido, Pere Bestard, Carlos Grauches, Mané Capilla, y Joan Frau. A todos ellos pedirles que no tarden otros diez años en ofrecernos lecciones como esta. Se lo agradeceremos.
Y al final, con el público puesto en pie y el escenario lleno por todo el personal del teatro, con su director, Josep Ramon Cerdà, al frente, un muy sentido recuerdo al que fuera jefe de escenario del Principal, Bernat Damians, fallecido en la madrugada del mismo día del evento en un accidente de moto. Un final emotivo para una sesión cañera y crítica.
