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Crítica de cine

Más locos que Bakunin

Aunque en desuso en España, el mote gil, o gili, sigue siendo utilizado en Argentina como sinónimo de buenazo o pringado. Los protagonistas de esta película son un variopinto grupo de gilis de un pueblecito austral que se unen para asaltar el escondrijo de un desalmado abogado que les arruinó en la crisis del denominado corralito financiero.

La película adapta una novela de Eduardo Sacheri (autor también de El secreto de sus ojos). Es una comedia más de (casi) desharrapados que toman el único camino posible ante una flagrante injusticia y un deficiente sistema judicial. Un pérfido encorbatado apoyado por el corrupto sistema frente a un pelotón de civiles chiflados. El centrado y traumatizado dueño de una gasolinera (Darín), un inteligente tardoanarquista (Brandoni), una sagaz empresaria (Cortese) y un puñado más de pintorescos peones, incluyendo al hijo (en la ficción y la realidad) de Darín. El guion alarga demasiado los prolegómenos y levanta el vuelo cuando entra en faena. La clave está en que el robo, por muy justificado que esté, no parezca ni demasiado fácil ni demasiado difícil. Mantener al espectador medio paso por delante de los personajes y un paso por detrás del guionista. Si el abogado fuera muy inteligente, los estafados desistirían; si lo fuera menos, le cazarían demasiado pronto. Sale airoso de ese reto el filme, con influencia de clásicos como Rufufú, Topkapi, Oro en barras o -referencia explícita- La Pantera Rosa de Blake Edwards. Comedia ligera, con final feliz, buenos gags y actuaciones, y un recordatorio de que las palomas, los giles, no siempre son presas fáciles de los halcones financieros.

La odisea de los Giles

Argentina, 116 min.

***½

De Sebastian Borensztein. Actores: Ricardo Darín, Luis Brandoni, Veronica Llinas, Chino Darin. Cines: Augusta.

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