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A Tiro

Mala suerte

En la última década, he conocido casos de agravios a artistas o a agentes culturales cometidos por las instituciones. Impagos, bloqueos, listas negras, casos de invisibilización. La nómina es larga. También he visto lo contrario: favorecimiento de personas o empresas, supuestamente en aras del bien común.

Aquella idea ingenua de que papá o mamá Estado protege y garantiza los derechos y la igualdad de los ciudadanos es una de las primeras vendas que se te caen de los ojos cuando pruebas las mieles del periodismo. En el ramo cultural, ése que en muchos casos viene con el evangelio bajo un brazo y el cinismo bajo el otro, sucede con tanta virulencia como en cualquier otro sector. Poco a poco aprendes que bajo tanto discurso buenista sobre la cultura y sus extraordinarios beneficios para la sociedad, hay todo un sistema complejo de relaciones, un entramado social, económico y político que hay que saber utilizar para mantenerse en el poder. Una enorme telaraña que es la que de verdad marca el Pla de Cultura; me estoy refiriendo, a los verdaderos y decisivos criterios que influyen en el establecimiento de una agenda pública en materia cultural.

En esta legislatura no se ha conseguido establecer una agenda pública cultural con criterios basados en el bien común, como por ejemplo combatir eficazmente la precariedad, porque en todo momento se ha controlado desde arriba el proceso de definición de los puntos conflictivos. Y se ha vetado cualquier tema que no fuera a contribuir al mantenimiento del statu quo y las cuotas de poder establecidas. Si alguien pensaba que el Pla era revolucionario, un texto que venía a romper con la vieja manera de establecer una agenda pública, esta semana ha tenido una prueba más de que sólo estábamos ante la confección de una marca publicitaria. Metamòrfiques ha denunciado prácticas poco éticas y estéticas de una conselleria de Cultura que ha mareado hasta decir basta al colectivo. Meses de comunicaciones poco claras acerca de un proyecto con el que la consellera Fanny Tur se entusiasmó y al que dio luz verde: hagámoslo. Pero luego la normativa contractual en la Administración es otra. Y el funcionamiento de una conselleria también debería ser otro. Pero, como decíamos, hay agendas prioritarias. Y bocas de las que siempre sale un 'sí'. Sin pensar en las consecuencias.

¿Que has estado invirtiendo horas en ese proyecto desde que te dieron el 'ok' e incluso has renunciado a otros trabajos? No pasa nada, tenemos un Pla de Cultura muy chulo. El evangelio de la cultura. Cuando al fin logras que te vayan a pagar algo por el trabajo realizado, tienes tan mala suerte (no hay que ser tan mal pensado) que en cuatro meses aún no te han abonado la factura. Te quejas públicamente. Te sientes mal al hacerlo porque sabes que hay otras personas en precario como tú también esperando meses para cobrar una factura. Entonces, oh, providencia divina, contactan contigo: "La factura está mal". Acabáramos, otra vez mala suerte (no pienses mal), pero qué raro que en cuatro meses no me hayan dicho que está mal cuando al enviarla pregunté si todo estaba 'ok' y las otras veces que he escrito para reclamar el pago nadie había reparado en que había errores. Es entonces cuando la mala suerte se convierte en irresponsabilidad. Incluso en algo peor.

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