Irene del Valle forma parte del montón de casos clasificados como "fuga de cerebros" en nuestro país, pero el suyo no es un ejemplo de manual. La mallorquina -de adopción: nació en Barcelona y se mudó a Palma a los 16- tenía claro que después de formarse su trayectoria tenía que desarrollarse en una gran empresa fuera de España. Y mejor si era en Londres. "Me fascina esta ciudad, su ritmo, el tema de la ordenación de la multitud", apunta. Fue una marcha voluntaria más que forzosa. "Envié un currículum a Foster + Partners y a las tres semanas me llamaron. Hice una entrevista y me cogieron", relata. La relación laboral con el despacho de uno de los mayores genios de la arquitectura empezó en junio de 2015. "Por mi background en ingeniería de la edificación, entré en el equipo de Estructuras. Trabajo como arquitecta para los ingenieros", desvela.
Del Valle asegura que no existe un decálogo negro sobre blanco que singularice el método Foster, pero que su idiosincrasia se filtra en todo lo que se cuece en el edificio de Riverside. "Su base es el diseño integrado: queremos que estructura, forma y servicios estén integrados", comenta.
El estudio de Foster en Londres es una suerte de laboratorio de arquitectura, un centro de conocimiento donde trabajan unos 800 arquitectos de todo el mundo. "Hay mucho talento y se trabaja muy duro", cuenta Irene. "Si tienes formación y experiencia se te reconoce, lo que pasa es que es muy difícil destacar", matiza. "Los profesionales españoles están muy bien valorados además porque hacemos una carrera muy técnica", agrega. En cuanto a los honorarios, explica que "los arquitectos allí no somos mileuristas, pero en general no estamos bien pagados. En Londres la gente bien remunerada es la que se dedica a las finanzas", refiere.
Capilla para la Bienal de Venecia
Bajo el paraguas de Sir Norman Foster, Del Valle destaca tres proyectos en los que ha participado y le enorgullecen: la ampliación del Museo del Prado, un trabajo de investigación y catálogo de domos y bóvedas y el diseño de una capilla para el pabellón del Vaticano en la última Bienal de Venecia.
¿Por qué Foster es el número uno? "Te hablaré en lo profesional porque en lo personal sólo he coincidido con él tres veces. Foster es una persona que no para nunca de investigar. La curiosidad y el rigor definen su trabajo. Dos características que son la base de cualquier genio. Nunca ha dejado de interesarse por las nuevas tecnologías y las formas, pero tampoco ha dejado de mirar atrás", indica. Otro de los aspectos que hacen especial a esta estrella de la arquitectura es la ética que impregna su trabajo. "Él no hace las cosas porque sí. Sus discursos son acerca de cómo mejorar la calidad de vida de las ciudades. En este sentido, es muy destacable nuestro proyecto de Masdar, la primera ciudad autosostenible".
La afirmación de que Foster es una incubadora de ideas no es exagerada. Irene del Valle relata que cada cierto tiempo los miembros de cada equipo hacen presentaciones al resto para mantener activo el conocimiento. "Yo me preparé una de arquitectura y poesía. Y les gustó mucho. Hablaba de la precisión, la verdad y la estructura. Con mi chico, que es filósofo, estuvimos leyendo a Deleuze, quien hablaba sobre cómo la arquitectura proporciona ritmo a la materia, algo muy poético. Todo está relacionado. Otro ejemplo: T.S. Eliot y Adolf Loos hablan mucho de ser preciso y verdadero. Le Corbussier afirmó: 'La casa es una máquina de vivir'. Y Paul Valéry dijo: 'El poema es una máquina que se activa con el lector'. Al final, son dos disciplinas que se parecen e intentan comprender al ser humano", reflexiona.
La mallorquina de 34 años no siente la necesidad de regresar a la isla donde se crió desde el instituto. "Tengo aquí mi familia y mis amigos. Me hace feliz regresar, pero también la alienación que me proporciona Londres me es muy saludable. No sé si es porque soy independiente, pero necesito ese contexto, esa distancia, ese trabajar duro e intensamente durante mucho tiempo y enajenarme. Me da mucha libertad. Esto también está relacionado con la poesía", confiesa.
Del Valle no se declara deudora de Utzon en primera instancia, como sí hace una de las últimas hornadas de arquitectos de la isla. "Me interesa mucho, pero a mí me influenció más Frei Otto o Adolf Loos. Este último trató mucho la arquitectura orgánica", señala. "Sí es cierto que desde que descubrí en Mallorca las huellas de Utzon, éste cobró una significancia especial. Me siento identificada en cómo interpretó y enmarcó el paisaje de la isla en Can Lis. Es un referente para el entendimiento del espacio y de los materiales de Mallorca", opina.
Palma y el gótico
Para Irene, "Palma es una ciudad atractiva arquitectónicamente. La huella del gótico es importantísima. También la modernista. De las intervenciones recientes, el Museu Es Baluard me gusta mucho", reconoce. Sin embargo, hay algunas cosas que no comprende. "El edificio de Gesa de Ferragut me gusta mucho. No quería posicionarme ahora a favor del edificio porque muchos políticos se han apuntado al carro de que mola. Pero la verdad es que me parte el corazón que se esté cayendo", lamenta.
La arquitecta también critica procesos como la gentrificación, cuando las clases altas expulsan a las medias de sus barrios de toda la vida. Una transformación de la que Palma no es ajena. "Es un tema que deberían controlar los gobiernos. Pueden poner límites al alquiler, incentivar las actividades culturales en otros barrios, etc.", sostiene.
La coimpulsora del Poetry Slam en la isla, de visita estos días en Palma, mantiene la sana costumbre de participar en recitales. "Algunos fines de semana lo he hecho en la casa de John Keats. En Londres hay poesía todos los días", explica. "Yo sigo escribiendo poesía, tengo material que podría ser un segundo libro. Pero ahora con leer, escribir y escuchar me basta, no necesito publicar", subraya.
