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"No seguiré dando grandes conciertos, solo pequeñas actuaciones puntuales"

"A los 65 años hay cosas que no haces tan bien como antes", afirma la vocalista americana nacida en Viena que ingresó en Els Valldemossa en 1970

Los músicos Genia Tobin y Tomeu Estaràs, en su pueblo, Valldemossa. enrique calvo

¿Qué piensa antes de subirse a un escenario?

En hacerlo mío.

¿Cuándo fue su primera vez?

En Tagomago. Me dio mucho respeto porque Els Valldemossa eran muy conocidos y yo era una neófita que suplía a Margaluz, una gran profesional. Margaluz y yo éramos como la luz y la noche, no teníamos nada que ver, salvo en que ambas queríamos hacer las cosas bien.

¿Cuándo fue la última vez que tuvo que enfrentarse al miedo escénico?

No he tenido miedo escénico pero sí he sentido nervios y cosas en el estómago ante algunos conciertos.

¿Qué conciertos le han dejado una huella imborrable en su memoria?

Actuar en el Carlyle, el café en el que ahora está Woody Allen tocando, fue un reto. También lo fue la primera vez que actuamos en el Sporting Club Monte-Carlo, un escenario brutal; y el primer concierto para la televisión a la semana de estar con Els Valldemossa, en Estoril, teniendo yo 17 años.

¿Alguna vez ha pensado en la despedida de los escenarios?

No quiero seguir haciendo grandes conciertos. Solo ofreceré pequeñas actuaciones puntuales, elegidas con cuidado.

¿Por qué?

Más vale dejar a la gente el recuerdo de lo que eres, y claro, a los 65 ya hay cosas que no haces tan bien como antes. Creo que para mí ha llegado el momento? Llevo 48 años cantando. No hay gran añoranza ni tristeza porque he hecho todo lo que tenía que hacer.

¿Una decisión muy meditada?

Sí. Con la edad tiendo a meditar mis decisiones más que cuando era joven. Antes era más impulsiva.

¿Se entregó a la música por un impulso?

No, no, yo tuve claro desde muy pequeña que lo mío era cantar. De hecho todos los de mi familia son cantantes.

¿Cómo se le reveló esa vocación?

Fue a los cuatro años, y fue algo muy natural, pues estaba a todas horas cantando, siempre, cosa que no hago ahora.

¿Qué canciones entonaba en aquellos años?

Canciones de Joan Baez, Joni Mitchell, Judy Garland?

¿Son espejos en los que mirarse?

Fijarse demasiado en una voz te lleva a quererla imitar y eso es algo que siempre he querido evitar. Creo que es mejor desarrollar un sonido propio y no convertirse en una mera copia de otro.

¿Cuidar la voz siempre ha sido un quebradero de cabeza para usted?

No. Quizá la tendría que haber cuidado más. No la he descuidado pero tampoco he tomado yemas de huevo ni he calentando una hora antes de salir a un concierto. En mi casa hay cantantes clásicos y de ver y de oír uno aplica muchas cosas.

¿Le gusta cómo suena su voz ahora?

En registro medio bajo, sí, creo que suena bastante bien; pero los altos ya no son lo que eran, algo normal.

¿Qué le ha dado la música?

Menos mis hijas, me lo ha dado todo: una manera de vivir, muchas satisfacciones, alguna decepción?

También el compañero de su vida, Tomeu Estaràs.

También. Nos conocimos cantando en Els Valldemossa. Tomeu tenía casi 29 años y yo, 17. En otras circunstancias nunca nos hubiéramos conocido, jamás.

¿Fue una conquista fácil?

No fue una conquista, ni suya ni mía. Al cabo de un año trabajando juntos nos dimos cuenta de que nos gustábamos, y al año siguiente ya estábamos casados y yo, embarazada.

¿Qué adora de su pareja?

No diré su habilidad con la flauta (risas). Tomeu es una buena persona, constante y muy leal, para bien o para mal. Cuando siente algo, lo dice.

¿Cuál es su canción ideal?

En el pasado me identificaba con I dreamed a Dream de Les Misérables. Tiene mucha dificultad y mucha tesitura. Es un reto cada vez que la cantas.

¿Su canción del verano?

Despacito, no, desde luego.

¿Qué cantará el 24 de julio en Costa Nord?

Canciones de aquellos lugares que hemos visitado durante nuestra carrera: Grecia, Italia, Israel, Brasil, Portugal, España? Las hay de Jobim, Mina, Piazzolla, Gheorghe Zamfir? Con Tomeu y yo estaremos en el escenario Bernat Cabot al violín, Miquel Brunet como director musical al piano, Wojtek Sobolewski al bajo y Pep García a la percusión. Como novedad tendremos a un valldemossí, Joan Colom, a la guitarra.

¿A qué dedicará el tiempo que le quitaba la música?

A los nietos. Tengo tres, el más pequeño, seis semanas, de nombre Oliver. Es una inyección de vida. Nuestra hija Lara también participará en el concierto de Costa Nord, cantando una canción de mi hermano Rafel, La cala.

¿Canta bien?

No canta habitualmente, no tiene la afición para seguir, pero sí tiene buena voz. Hoy en día es bastante más difícil que en nuestro tiempo, hay que tener mucha suerte y algún padrino.

¿Valldemossa ha perdido su tranquilidad?

A partir de las cinco de la tarde se reencuentra con la tranquilidad de antaño.

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