La semana pasada se desataba la polémica a cuenta de unas declaraciones del Ministro de Consumo sobre la reducción del consumo de carne. Las redes sociales se llenaban de fotos de filetes, opiniones variadas más o menos populares, y encontronazo político.

Todos hemos opinado sobre ello con mayor o menor conocimiento de causa. Pero ¿Qué tienen que decir los que realmente saben sobre nutrición?

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Pues bien, después de una reflexión sosegada y basándose en el conocimiento científico sobre el asunto, la Academia Española de Nutrición y Dietética y el Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas, «limitar el consumo de alimentos de origen animal en general y promover la reducción del consumo de carnes en particular, especialmente carnes rojas y procesadas, promoviendo en todo momento un patrón alimentario saludable y sostenible, y no centrándose únicamente en un grupo de alimentos».

Tras evaluar el impacto en salud y medioambiental del consumo de carne, y considerando la tendencia al alza en el consumo de carnes en la población española, los expertos consideran «que se deben continuar aplicando las estrategias de salud pública que tengan como objetivo fomentar el consumo de alimentos frescos y poco procesados de origen vegetal propios de la dieta mediterránea, como las frutas y hortalizas, legumbres, cereales de grano entero, aceite de oliva y frutos secos y semillas».

Consumo de carne y salud, ¿Qué dice la ciencia?

En octubre de 2015, la International Agency for Research on Cancer (IARC) publicó un informe en el que el grupo clasificaba las carnes procesadas como un producto carcinogénico, y las carnes rojas como probablemente carcinogénicas.

A raíz de dicho informe, la Organización Mundial de la Salud dio por ratificada su postura publicada en 2002 en el informe «Dieta Nutrición y prevención de Enfermedades Crónicas», en la que establecía una asociación entre consumo de carnes rojas y procesadas y el riesgo de cáncer colorrectal.

En la misma dirección, una revisión realizada en 2019, concluyó que las pruebas de baja y muy baja certeza sugieren una asociación positiva entre el consumo de carne procesada y el riesgo de cáncer, diabetes tipo 2, y enfermedad cardiovascular.

En dirección opuesta, en el marco de un proyecto de generación de guías alimentarias basadas en la evidencia (NutriRECS), y después de considerar los resultados de 4 revisiones de este informe, se concluyó que las pruebas de baja y muy baja certeza sugieren que reducir 3 raciones el consumo de carne roja y carnes procesadas, tendría una reducción muy leve del riesgo cardiovascular y mortalidad por cáncer.

Los datos así obtenidos llevaron a este grupo a considerar como recomendación general que los adultos no modifiquen su consumo actual de carnes rojas o de carnes procesadas.

Finalmente, pruebas de baja o muy baja certeza de otra revisión robusta, sugieren que el consumo de carnes blancas no tendría un impacto en la salud cardiovascular ni en la mortalidad total.

En conclusión, las investigaciones ofrecen una baja certeza para tomar decisiones tanto para limitar el consumo de carnes, como para decidir no hacerlo.

Por otro lado, teniendo en cuenta que la mayoría de los estudios incluye comparaciones entre consumir lo mínimo versus duplicar-triplicar o incluso quintuplicar el consumo de carne roja, pero no analizan el efecto, por ejemplo, de la carne blanca, los resultados que se obtienen son parciales.

Ante esta incertidumbre parecen coexistir dos formas diferentes de interpretar el impacto del consumo de carnes rojas y procesadas en la salud: limitar su consumo o mantenerlo tal y como está.

Aunque la opción de dejar el consumo tal y como está se basa en estudios que sólo han tenido en cuenta ingerir 3 raciones a la semana, desconociendo qué resultados se obtendría de una reducción mayor y en coherencia con las recomendaciones actuales de reducir el consumo de alimentos de origen animal, en particular las carnes rojas del orden de 2 o 3 veces al mes.

Ante todos estos datos, la Academia Española de Nutrición y Dietética insiste en que la evaluación del impacto en la salud de grupos de alimentos de forma aislada del patrón alimentario es posible que sea una aproximación poco acertada.

Según estos expertos los patrones alimentarios serían mucho más que la suma de grupos de alimentos o su evaluación de forma aislada, porque existen interrelaciones entre ellos, sus nutrientes y el resto de sustancias activas, cuyo análisis es esencial para saber qué riesgos tienen para la salud.

Así, la incertidumbre en torno al impacto del consumo de carnes rojas y procesadas y la salud, dificulta la toma de decisiones en base a la ciencia.

A pesar de ello, y considerando el consumo de carne actual en España, que ha experimentado un incremento del 10.5% en el último año, la Academia Española de Nutrición y Dietética y el Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas, opinan que «la postura más acertada para la salud de la población española es reducir el consumo de alimentos de origen animal, principalmente limitar el consumo de carnes rojas y procesadas, y aumentar el consumo de alimentos frescos y poco procesados de origen vegetal».

¿Cuánta carne consumimos en España?

Según las Encuestas nacionales de Alimentación ENALIA1 y 2, el consumo de carne en general, y de roja en particular, es superior al recomendado en todos los grupos de edad.

Los españoles consumimos carne roja fresca hasta dos veces por semana (257.39g/persona – 2 raciones de unos 125g), y casi a diario, carnes procesadas (32.38g/persona/día – unas 6 raciones de 40g).

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Si se suman las carnes frescas y procesadas, sin considerar el animal de procedencia, cada español comería 108g de carne al día, es decir 756 gramos a la semana y 39.4 kilos al año, cuando lo recomendable, según la comisión EAT The Lancet para una alimentación sostenible sería no exceder los 43g día, o lo que es lo mismo, 300g a la semana y 16.6 kilos al año.

Entonces, ¿Cuánta carne debo comer?

Aislándonos del ruido digital y político, la pregunta sería entonces qué cantidad de carne debo comer de acuerdo con una dieta saludable.

Pues bien, a falta en nuestro país de unas guías de alimentación saludable y sostenibles basadas en la evidencia y dirigidas a la población española, la Academia de Nutrición recomienda:

Todo ello en detrimento del consumo de alimentos de origen animal como carnes, pescados, huevos y quesos, y de forma particular, reducir el consumo de carnes rojas y procesadas.

Y, por supuesto, limitar a no más de 3 veces al mes, la ingesta de carnes rojas (ternera, cordero, cerdo, caballo) y de carnes procesadas (salazón, curado, fermentación o ahumado).