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Muertes demasiado lentas

Dos tebeos que cuentan historias de muertes anunciadas. En un caso esa cuenta atrás se convierte en un espectáculo que no da respiro, en el otro en repetición obsesiva, larga y en absoluto estimulante

Muertes demasiado lentas

Ya sabemos de la habilidad de Millar, uno de los grandes guionistas de la actualidad. Quizás no sea el más profundo, pero tienen un innegable sentido del entretenimiento y un humor inteligente. Y además suele emparejarse con dibujantes de altura. Aquí firma el hiperdinámico arte Matteo Scalera, con un estilo que empezamos a ver a menudo, esa mezcla de superhéroes y toque manga, con mucha línea cinética y tremenda expresividad. Resulta muy conveniente y aporta el extra de acción y énfasis visual a un guion que funciona como una montaña rusa sazonada con violencia extrema y cinismo. El cómic es como la versión acelerada de James Bond, con un punto de partida muy sencillo. Tras una arrolladora secuencia inicial, con el superespía barriendo a los agentes enemigos mejor preparados, saltamos a un presente en que el héroe ha envejecido y pronto descubre que tiene una enfermedad incurable que le deja con tan solo seis meses de vida. A partir de ahí se inicia una carrera contra la muerte en la que el viejo cabrón decide cargarse a todos los malos antes de diñarla. Entre los malos se encuentran presidentes y mandatarios de todo tipo, no voy a entrar en detalles. Lógicamente lo que sigue es una lucha sin cuartel en la que se ve implicado el hijo del protagonista, otro hijo de puta sin escrúpulos como su padre, enfadado con el incierto héroe y alejado de su madre, divorciada hace años de ese desalmado «rey de los espías». De alguna forma Millar consigue que ese asesino sin escrúpulos acabe cayéndonos bien, lo humaniza y hasta intenta reivindicarlo al final. En todo caso, es bastante más honesto que muchos de los políticos que intentan utilizarlo y a los que luego da caza. No se trata del mejor tebeo de Millar, aunque el dibujo puntúa muy alto. Como siempre, firma un gran entretenimiento en el que lo más débil es un final que no consigue redondear una trama que hace de la exageración virtud. Al menos no aburre.

El Fuego | David Rubín. Astiberri. 256 páginas. 35 euros.

El Fuego | David Rubín. Astiberri. 256 páginas. 35 euros.

No puedo decir lo mismo de la última «obra maestra» de Rubín. Si hacemos caso de las recomendaciones de la contraportada nos encontramos ante uno de los grandes tebeos del año. Hasta lo han anunciado en algún telediario nacional. Personalmente, no he leído nada de Rubín que haya llegado a interesarme así que pensaba simplemente ignorarlo. Reconozco que me desagrada hasta el dibujo, de un feísmo que me parece intolerable. Sé que eso no es objetivo, a todos nos atraen ciertas estéticas mientras que otras nos provocan rechazo. Sin embargo, o sentía curiosidad sobre la historia que le «habría encantado hacer» a Paco Roca. Por resumir, creo que no es un trabajo muy acertado. Y que le sobran muchas páginas. No entiendo su presentación de personaje. Un arquitecto de fama mundial que realiza un proyecto maravilloso para la humanidad tiene una vídeo-conferencia con su mujer e hija. Las saluda muy cariñoso y luego se despide porque está muy cansado. Dos viñetas para la mujer y la hija. Ya a solas el señor saca su cocaína espacial, recibe a su fulana, se manosean, vierten sus fluidos uno sobre el otro y finalmente al héroe le da un infarto. Ocho páginas. A partir de ahí se nos enfrenta a una situación similar a la del tebeo de Millar. Enfermedad incurable y a palmar en breve. Pero si el héroe de Millar se lanza a la calle a liquidar indeseables, el de Rubín inicia un descenso a los infiernos para reconciliarse con su mujer e hija. Como ya pasaba en anteriores obras suyas, no hay una idea del bien. No consigue visualizarlo. Como lector me da mucha pereza acompañar a un indeseable al que acabo de ver engañar a su familia. Su súbita transformación en arrepentido pecador resulta forzada e increíble. Más cuando no se da a partir de los hechos. «El fuego» es el cómic más antivisual que he leído en mucho tiempo. Parece lo contrario, con sus enromes viñetas y sus colores de puti-club. Pero en realidad los personajes sólo se pasean y hablan. En el capítulo 1 con los jefes y con la mujer a través del larguísimo mensaje de texto. En el dos con el colega metido en la habitación. Luego remata con la insufrible escena de sexo desagradable e infernal. En la tres se marca un interminable homenaje a Gianni de Luca en su paseo por Roma, con los dos personajes rajando sin parar. Ya era un rollo cuando lo hacía el italiano y aquí no mejora. No consigo ver ninguna de las bondades que otros están señalando en esta obra. Y además ¿qué importancia tiene que el protagonista vaya a morir si viene un meteorito que va a liquidar a toda la humanidad? A lo mejor es así como se siente el autor: todos merecemos morir menos él.

El rey de los espías | Mark Millar y Matteo Scalera. Panini Comics. 136 páginas. 22 euros.

El rey de los espías | Mark Millar y Matteo Scalera. Panini Comics. 136 páginas. 22 euros.

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