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Tinta fresca

Con la cabeza bien alta

Francisco Álvarez reúne lo mejor de su narrativa corta, centrada en relatos de lucha y dignidad

El escritor gijonés Francisco Álvarez recoge en Cabeza alta lo mejor de su narrativa corta, (con)centrada en personas y personajes que «en distintos lugares del mundo y en distintos momentos de la Historia defendieron su dignidad personal o la dignidad colectiva contra viento y marea. En el libro conviven personajes históricos reconocidos y personas anónimas que son producto de la imaginación del autor, como se suele decir. Creo que la literatura, cierta literatura al menos, debe ejercer un poder igualatorio e igualitario entre los seres humanos».

El hilo que une a sus personajes está hecho «quizá del mismo material con el que están hechos los sueños, como decía Bogart en El halcón maltés; una frase que no estaba en la novela de Hammett y que incorporó al guión John Huston como guiño a otra de Shakespeare: ‘Somos de la misma sustancia que los sueños, y nuestra breve vida culmina en un dormir’. A estas alturas del siglo XXI los personajes de Cabeza alta ya están en ese ‘dormir’, pero la literatura nos permite devolverles la vida y restituir su memoria».

Si el fondo es importante, ¿qué ocurre con la forma? «He intentado ser ecléctico. Alterno el uso de la primera persona en unos relatos con el narrador omnisciente en otros, y me gusta acompasar el lenguaje, los diálogos y el ritmo narrativo a lo que exija cada historia. En Mar de Irlanda los personajes hablan con un castellano propio del siglo XVI y en La ciudad negra la protagonista se expresa de forma lacónica y con expresiones que escuchamos o que leemos en el cine o en la novela negra estadounidense de mediados del siglo XX».

El proceso de selección de los textos «fue sencillo. En este libro reúno casi todos los relatos que he escrito en los últimos años, porque todos encajan en la idea del subtítulo: relatos de lucha y dignidad. Todos encajan también en la etiqueta genérica de literatura histórica. Pocos están ambientados en Asturies, aunque la mayor parte los escribí y los publiqué en asturiano».

Ha evitado la épica de la derrota y ha limitado la gloria de la victoria: «Sí, esa era la idea. La editorial Hoja de Lata me propuso que el libro no fuera un canto a la derrota pero sí una reivindicación de la figura y del legado de ciertos perdedores. Por contra, los gloriosos triunfadores que desfilan por el libro en general no salen bien parados en el juicio ético».

Para Francisco Álvarez «la dignidad tiene muchas manifestaciones y en ámbitos muy diversos: el laboral, el social, el familiar… ‘No hay vida donde no hay lucha’, dice la frase de Gianni Rodari con la que comienza el libro. Yo añadiría que tampoco hay dignidad sin lucha».

¿Y hay ejemplos hoy en día similares? «Muchos, vinculados a sacrificios y a luchas cotidianas que no siempre dejan huella en los medios de comunicación ni la dejarán en los libros de historia. Desde la literatura podemos cubrir al menos una pequeña parte de ese vacío en la memoria colectiva ». Hermoso papel, sin duda.

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