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Cómic

Ciudad del demonio

Los mejores cómics sobre Brasil están ambientados en el espacio y son obra de Leo. El creador nos habla de su patria a través de sofisticadas metáforas futuristas. Río, en cambio, parece apostar por un enfoque más realista

Ciudad del demonio

Pero desde las primeras secuencias nos damos cuenta de que la guionista practica eso que tradicionalmente llamamos «realismo mágico» y que ha caracterizado a tantos autores sudamericanos. Esto es, una alegre mezcla de componentes fantásticos y realistas, sin evitar los asuntos más escabrosos y feos, de la corrupción política a la lucha de bandas o la pobreza en las favelas. Todo el argumento está cargado de buenas intenciones pero el resultado final no es convincente. García tiene un gran problema y es que el mundo que aborda ya lo vimos reflejado en aquella inmensa película que era Ciudad de dios (2002). Y allí sí, los asuntos dramáticos y la denuncia social se entrelazaban con sensibilidad consiguiendo un producto perfecto, tan sensual y salvaje como emotivo y conmovedor, era un trabajo que te hacía pensar y sentir, una obra maestra. Río, en cambio, transita paisajes similares pero carece de fuerza poética, los personajes apenas resultan creíbles o interesantes y los ingredientes de hechicería casan mal con las partes de crítica al imperialismo o a la inmoralidad de los gobernantes. Al final, el asunto del narcotráfico queda, como suele ser habitual, al borde de la mitificación, con el héroe convertido en capo local y resolviendo la vida de sus conciudadanos como un dictadorzuelo cualquiera. Volviendo a la comparación con Leo, él sí refleja en sus sagas una visión cultural única y diferenciada, con mujeres tan fuertes como sensuales y una visión de la existencia conectada a unos entornos naturales que deben ser protegidos. Aunque no suele situar sus relatos en Brasil, todo lo que cuenta acaba teniendo ese tono brasileiro. Eso lo diferencia y convierte sus entregas en algo muy especial. Aquí la ciudad de Río no pasa de ser un telón de fondo para una aventura que parece más americana (del norte) que otra cosa. Es como un guión para Netflix, con sus malos malísimos que pegan a sus mujeres, sus denuncias del capitalismo y todas esas cosas tan chachis y tan aburridas.

LOUISE GARCÍA Y CORENTIN ROUGE. Río. Integral. Norma, 306 páginas, 45 €.

LOUISE GARCÍA Y CORENTIN ROUGE. Río. Integral. Norma, 306 páginas, 45 €.

Todo mejora en el apartado gráfico, la verdadera razón para comprar este volumen. Solo con hojearlo ya percibimos la calidad de Corentin Rouge. Tiene una notable influencia del Giraud de Blueberry. Y no todo el mundo puede imitar al gran Moebius. Su dibujo es poderoso y despreocupado, con uno de esos entintados viejos, de línea veloz y enérgica. La historia está plagada de grandes planos de situación que el dibujante resuelve con pasmosa facilidad. Es bueno en las secuencias de acción y también en los pasajes oníricos. Las portadas son todas excelentes y su estructura de página, aunque se caracteriza por esa horizontalidad típicamente francobelga, es fluída y variada. El color, que también es suyo, acompaña y marca los diferentes pasajes ayudando a la narrativa.

En resumen, un buen espectáculo en el terreno visual para un argumento tan ambicioso como insatisfactorio.

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