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Cómic

Las hermanas Finnegan

Ennis juega en las grandes ligas pero a veces no consigue alcanzar la cumbre. Lo que siempre conserva es su sentido del humor

Las hermanas Finnegan

Aquí no puede decirse que estuviera especialmente inspirado. En realidad se tiene por momentos la sensación de volver a los terrenos blasfemos que ya transitó con «Predicador» (lea el tebeo y olvide la serie, al contrario que The Boys). Ayuda a cierta sensación de «deja vu» el estilo del dibujante. Ninguna pega que poner a Goran Sudzuka, excepto que sus caras recuerdan a las que dibujaba el llorado Steve Dillon. Y, aunque su puesta en escena es más que correcta, todavía no alcanza la ligereza narrativa del anterior cómplice de Ennis. Tampoco busquen las profundidades sentimentales y morales que alcanzó en algunos episodios de Punisher o en Equipo Rojo. Para situarse en el tono de esta obra deben pensar más bien el primer Punisher, el de la pareja Dillon-Ennis, el más cómico y gamberro, en ciertos episodios de Furia o en Hitman. Todos ellos tebeos donde lo importante eran los componentes paródicos y el cachondeo sin límites. Nada divino ni humano escapa a los dardos de Ennis.

Aquí juega a lo mismo. Según explica al final, la inspiración le vino en forma de personaje, esa hermana Finnegan, alocada y cachonda, que va saltando de acá para allá. Una atolondrada ladrona que cuenta con una máquina del tiempo, que le permite pasar de una etapa histórica a otra sin despeinarse. Hay una serie de normas que no deben infringirse cuando se viaja al futuro o al pasado y ya pueden suponer que Marjorie se las salta todas. Con alegría. La persigue su hermana, una representante de la ley a la que dejó tuerta en la infancia. Cosas de niñas. Los malos son una pareja de aspecto lamentable. Uno con pinta de roquero pasado de peso, el otro literalmente es un demonio, rojo y con cuernos. Y según descubrimos, con dos penes y poca autoestima. Obviamente los malos traman un plan siniestro para darle la vuelta a la historia y conseguir la dominación de la humanidad. Y las chicas deberán ponerse de acuerdo para abortar sus confabulaciones. Marjorie cuenta con un secuaz que la echa una mano en el negocio de los saltos temporales. En sentido metafórico ya que no tiene cuerpo. Es una cabeza con pasado, en una pecera.

Todo esto no son mucho más que excusas para que Ennis pueda desarrollar una mínima historia de la que va colgando chistes. Como el del troglodita que se la menea, el último hombre vivo o el de los dos gemelos discutiendo en el útero materno. Y muchísimos más. Puede argumentarse con razón que se trata de un Ennis menor. Pero la verdad es que se disfruta bastante, es ligero y descarado, provocador y simpático, muy simpático. El guionista da su opinión sobre el desarrollo de la humanidad, que no es muy positiva. Y luego sigue y sigue. Y el dibujo cumple con creces, aportando un extra de humor y picardía, con una protagonista razonablemente sexy.

Ya saben, un Ennis menor sigue siendo mucho Ennis.

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