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Narrativa

De Indochina a París

Tim O’Brien captura el horror y la alucinación en Persiguiendo a Cacciato, una gran novela sobre la guerra de Vietnam

Imagen de la guerra de Vietnam. EL PERIÓDICO

Si hay una novela sobre Vietnam que merece la pena recuperar es Persiguiendo a Cacciato, de Tim O’Brien, el mismo exreportero del “Washington Post” que escribió Las cosas que llevaban los hombres que lucharon (1990), finalista del premio Pulitzer. Persiguiendo a Cacciato, que acaba de publicar Contra, vio la luz en 1978, bastante antes, cuando aún persistía la resaca amarga de la guerra. Se trata de literatura de gran voltaje, hay quienes dicen que es la mejor de las novelas sobre el conflicto de Vietnam y sin embargo no es únicamente una novela bélica como en su día dejó claro Richard Freedman en el “New York Times” al escribir que considerarla así sería como decir que Moby Dick versa exclusivamente sobre ballenas. No se me ocurre un ejemplo mejor, así que lo traigo a colación. Con ella, Tim O’Brien obtendría, un año después de su publicación, el National Book Award.

Persiguiendo a Cacciato captura esa peculiar mezcla de horror y alucinación que sostiene el mito de la guerra de Vietnam. En ella convive una mezcla de realidad y fantasía desbordante: cuenta la historia de un joven soldado que deserta y se embarca en un viaje quijotesco desde las selvas de Indochina a las calles de París. Quienes le persiguen se plantean la batalla del corazón contra las fuerzas del miedo y del heroísmo que empujan los fantasmas de la guerra: en sus páginas se abre una extensa y profunda meditación sobre el valor y la cobardía, y con ella los eternos dilemas morales en este tipo de conflictos. La metáfora de O’Brien sirve para desentrañar parte de la complejidad que se cierne sobre ellos. Su escritura es nítida y auténtica: el resultado tristemente irónico.

La guerra se halla en el lugar de la oscuridad y París aparece como la luz al final del túnel. Todo lo que surge en el medio es parte importante de la alucinación que conduce a los días templados de Paul Berlin y Sarkin Aung Wan, cogidos de la mano, paseando por la orilla del río hasta el puente del Carrousel, para observar los barcos. “En París donde todo terminaba”, cuenta O’Brien, “lo correcto era enamorarse, y Tim O’Brien captura el horror y la alucinación en Persiguiendo a Cacciato, una gran novela sobre la guerra de Vietnam así lo hizo”. El realismo mágico en el autor de Persiguiendo a Cacciato consiste, otras veces ya ha sucedido así, en contraponer el hecho doloroso y sucio del combate con ese estado de los sueños que los americanos denominan simplemente dreamlike. Hay algo de Hemingway en todo ello.

De los tres primeros capítulos parten otros tanto hilos narrativos, que conducen el relato por distintas sendas. Los soldados descubren que uno de los suyos, Cacciato, ha desertado y emprendido el viaje a París. El jefe, el teniente Corson, decide que hay que ir tras él. Comienza la búsqueda. Acto seguido vienen unas reflexiones de Paul Berlin que contribuyen a despejar el panorama. El hilo narrativo final comienza a gestarse en el capítulo 3, los soldados de la Tercera Brigada persiguen a Cacciato por Laos, Mandalay, Teherán, Kabul, Atenas, Luxemburgo, y todo el resto del camino hasta llegar a París. Se encuentran con numerosos obstáculos. Son arrestados en Teherán por no tener la documentación adecuada, pero también pasan buenos ratos explorando las ciudades a su paso. Paul mantiene su historia de amor. Los tintes surrealistas no faltan: por ejemplo, un agujero gigante se abre en el camino, y se precipitan por un túnel donde vive un soldado vietcong, observando el mundo a través de un periscopio gigante.

O’Brien siempre ha sabido cómo contar una historia de guerra, siendo consciente de que en ella nada es moral. “No instruye, ni alienta la virtud, ni sugiere modelos de comportamiento humano correcto, ni impide que los hombres hagan las cosas que siempre han hecho”. Para él, sentirse edificados con estas historias equivale a haberse creído una gran trola tan antigua como terrible, escribió en Las cosas que llevaban… Natural de Minnesota, Tim O’Brien se graduó en 1968 en el Macalester College, en St. Paul. Sirvió como soldado de infantería en Vietnam desde 1969 hasta 1970, luego realizó estudios de posgrado en la Universidad de Harvard y más tarde trabajó como reportero de asuntos nacionales en el “Post”. Sabía de lo que hablaba cuando contó la persecución de Cacciato y exprimió como nadie la metáfora.

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