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Acontecimiento

Jugarse la vida para abortar: una tensa película de Audrey Diwan

Acontecimiento

Fui a ver la película El acontecimiento (Audrey Diwan, 2021) porque había leído la reseña que había escrito Carlos Boyero sobre ella. En realidad, hablaba principalmente sobre el impacto casi estomacal que había tenido la historia en él y algo también sobre cómo había conseguido la protagonista –Anne (Anamaria Vartolomei)– que todo su ser se viera sacudido. El tema siempre ha sido tenso: el aborto inducido. Lo que lo cualifica en el caso de El acontecimiento es que nos sitúa en la Francia de De Gaulle, cuando no era legal ni aceptable socialmente que una mujer decidiera interrumpir un embarazo no deseado. La película nos da algunas claves del rechazo general pero, sobre todo, se concentra en la tensión insoportable con la que vive Anne y, por ende, el público. La seguimos paso a paso desde las aulas a la residencia estudiantil, de la casa de sus padres a las calles de Angoulême, de los baños comunales a la intimidad de su alcoba.

Es una estudiante de origen humilde con aspiraciones intelectuales para quien la posibilidad de ser madre en ese momento significa, sin lugar a dudas, dejar todo y pasar a ser, en el mejor de los casos, ama de casa con marido o sin él. Cada visita a un médico se convierte alternativamente en declaraciones de lo que va a ser su futuro o en condenas sumarísimas por su pecado. No se habla en ningún momento de la moral cristiana o de normas eclesiásticas, pero están en el aire que respira a cada momento. La decisión de acabar con su embarazo la introduce no solo en el submundo de lo ilícito, sino también en el de riesgos difíciles de calcular. Aunque nadie parece estar dispuesto a ayudarla, acaba por dar con una abortera que, previo pago de una suma importante para los escasos medios de Anne, le practica algo que hoy en día calificaríamos de carnicería sin anestesia.

El acontecimiento

El acontecimiento

Tras dos intentos, el aborto tiene lugar. Sobra decir, pero creo que es importante insistir, que lo gráfico de las escenas en las que ella intenta provocarse un aborto y las que ocurren en casa de la abortera solo es comparable a visualizaciones de una crueldad insoportable. Hasta aquí simplemente la historia de una de las muchas mujeres del mundo que se expone a perder la vida para abortar. Lo impresionante de esta película, además de la historia en sí, es lo muy cerca que estamos de quien lo está viviendo paso a paso. Como dije, el planteamiento no es una cuestión moral que, de mano, parte del enjuiciamiento de la mujer: si has tenido relaciones sexuales fuera de un contexto aceptable, aguanta lo que se te pueda venir encima (castigo de Dios y, en su lugar, de las leyes por puta). Se trata, más bien, de la angustia de encontrarse en circunstancias casi irresolubles que condenan (y no por razones morales) a una joven a jugarse la vida para poder seguir siendo quien es y convertirse en quien quiere ser o, por lo menos, intentarlo.

Cuando se habla del aborto en términos generales se usan argumentos sociales, políticos y morales. Cuando ya no se trata de algo general sino individualizado y caracterizado por circunstancias muy concretas de tiempo, de lugar y de situación, cualquier aproximación genérica pierde peso. Si añadimos a esta subjetividad narrativa las imágenes, el movimiento y los diálogos de una película, nos encontramos cara a cara con lo que difícilmente puede juzgarse o apreciarse a distancia. La película El acontecimiento está basada en la forma novelada que le dio Annie Ernaux a sus diarios y se nota el particular énfasis en lo personal que, por cierto, también es político.

Boyero acaba expresando su compasión por esta y por las muchas mujeres que vivieron ese trance. En mi caso, no es simple compasión, es furia desatada porque sé que esa falta de alternativas no pertenece a un pasado relativamente remoto, sino que sigue en pie.

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