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ARQUITECTURA

Fernández-Albalat, arquitecto de su siglo

Una figura de la modernidad que se fue hace más de un año

Andrés Fernández-Albalat. URBIPEDIA

Hace más de un año se fue Andrés Fernández-Albalat Lois (La Coruña 1924), uno de los arquitectos más importantes del siglo XX, uno de esos envidiables dinosaurios del movimiento moderno que se movían con la seguridad en nuestra disciplina , en la ciudad antigua, en la implantación de sus enormes edificios.

Fábrica de Coca-Cola de La Coruña. LNE

La primera vez que escuché a Fernández-Albalat fue en Valencia. Hace más de treinta años, mi profesor José María Lozano organizó un seminario sobre arquitectura gallega (vinieron Portela, Campos, Seares, Gallego...) y Andrés Fernández-Albalat era un poco como el oráculo, como Távora para los de Oporto.

Más tarde, en 1994, cuando él ya rondaba los setenta años, emérito, dirigió un postgrado, “Hecho Proyectual y Praxis Profesional” que la Universidad de la Coruña impartió en el Colegio de Arquitectos en Oviedo.

Sus clases eran una delicia, llenas de inmenso saber y bonhomía. Explicaba que nuestra especie supo sacar a música del ruido, la buena cocina del hambre, el amor del sexo, la arquitectura de la construcción. Su arquitectura buscaba dar emoción desde lo necesario, desde la austeridad, eliminando lo superfluo, guardar aquello que el tiempo va envejeciendo. Restauró la casa de Rosalía de Castro (hasta ahora la Rosalía más famosa) con sinceridad constructiva. Una obra de contención absoluta es también el parador del Castillo de Monterrey en Verín, donde da toda una lección de sumisión al legado histórico.

Fernández-Albalat es autor también del gran edificio acristalado de oficinas en el frente de galerías de La Coruña (cerca de María Pita, frente al de Julio Galán) tan moderno y a la vez tan integrado, donde se demolió una casona con su escudo, a partir del que hizo vaciados en hormigón, como memoria. El edificio basado en la geometría del círculo que acoge la fábrica de Sargadelos lleva también su firma. Muy bonita, acristalada, limpia es la fábrica de Coca-Cola de la Coruña, como desarrollo de Mies, una inspiración perceptible también en la sede del concesionario de Seat .

En Santiago de Compostela, Andrés Fernández-Albalat dejó la huella de una Iglesia, la de San Fernando, muy en la línea de aquellos años de Fray Coello de Portugal. También realizó para los Padres Pasionistas un convento y un colegio para los Padres Escolapios en La Coruña. Estaba orgulloso asimismo de su campo de fútbol de San Lázaro, en Santiago. Sus viviendas unifamiliares luchan con pendientes únicas, para seguir la arquitectura moderna en sus planteamientos volumétricos.

Tuve ocasión de hablar con él de las centrales de Vaquero y Castelao, que conocía. Afirmaba que Franco inauguraba pantanos al mismo ritmo que en la España de los noventa se presentaban maquetas que nunca llegaban a materializarse.

Construyó facultades como la de Humanidades en La Coruña, que tiene un techo transparente inclinado para dejar que la luz alcance el interior, o la de Matemáticas y Biología de Santiago que juega con los encofrados y despieces. Lo que une a todos los arquitectos de aquella época es una increíble formación técnica que los capacitaba para el mayor aprovechamiento de los materiales.

Más allá de todo lo que construyó, Fernández-Albalat mostraba el estrecho vínculo entre la verdadera inteligencia y la alegría.

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