Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

ECOLOGÍA

Ignorancia es minimizar la catástrofe climática

El cambio climático no necesita que creamos en él, no es un acto de fe, es un acto de sentido común, de aritmética y de ética

Ignorancia es minimizar la catástrofe climática

Podría pensar el afanado ciudadano, que ya está bien de sensacionalismos, de exageraciones, de sustos en las noticias. Varias olas de pandemia sin parar ya son suficientes… Pues no, esto no acaba ni de empezar. Vivimos es una cuenta atrás, una mecha que no se puede detener, una inevitable secuencia termodinámica, eso es el cambio climático, todo lo demás es propaganda y eufemismos. De este modo podríamos reseñar el libro El planeta inhóspito: La vida después del calentamiento de David Wallace, periodista ambiental. Uno de esos libros que te pueden chafar, o que te pueden hacer renacer en otro estilo de vida, pero no hablamos de cambiar de fondo de armario, hablamos de un cambio radical, profundo, responsable y osado. Llevamos décadas de promesas incumplidas. El asfalto de las carreteras se derrite. La prensa de masas, incluido este periódico, sigue siendo “light”, un difusor de ideas bastante distorsionadas, las que Wallace denomina las “cinco creencias equivocadas ante el calentamiento global: la indiferencia, la poca percepción de su velocidad y de su alcance, minusvalorar su severidad y pensar que la ciencia abarca toda la amenaza.”

Y el cambio climático no necesita que creamos en él, no es un acto de fe, es un acto de sentido común, de aritmética y de ética, pero de nivel elemental, prenatal. Hasta que no aceptemos que el mundo tal cual lo conocemos (como metabolismo productivo de los últimos 50 años) es una bomba homicida estaremos negando lo impepinable. Este libro, no es una ficción, es un relato de cómo hemos dirigido toda la industria pesada y la logística del transporte hacia un callejón sin salida que ha consumido la resiliencia de la atmósfera. Una pesadilla estructural, ontológicamente demoledora, pues clama al cielo una evidencia terrible: nuestra civilización es un fracaso monumental. Eso sí, hazte un selfie comprando sano. Es obvio que todo el mainstream empresarial negará la magnitud, pondrá en duda la urgencia, y promoverá un negacionismo climático debidamente musculado, analfabeto, grosero y egoísta.

Sube el nivel del mar, el promedio de incremento térmico es exponencial, no hay mito que valga (sólo me sirve el de la caverna), hay una pérdida de biodiversidad galopante, es de hecho la que ha provocado la zoonosis que nos ha colado el coronavirus en la sociedad. Un problema que crece, del que no hay refugio alguno. Si a esto le sumamos las manifestaciones del cambio climático “clásicas”: incendios, huracanes, sequías, inundaciones… ¿qué puede empeorar? Todo, nuevas hambrunas, incesantes plagas, aire tóxico e irrespirable, y de un modo imposible de detener: refugiados climáticos, colapso económico y destrucción de los modos de vida capitalista “de siempre”. No nos olvidemos del agotamiento de los hidrocarburos, y mientras esto pasa, la atmósfera cada vez más caliente. El ingenuo, el miedoso, el escapista puede pensar que eso no le afectará, pues sí, le afectará en vida, antes de una generación.

La estupidez empresarial no se puede definir de otro modo, la ingeniería al servicio de la ignorancia ha hecho posible que la crisis ecológica reviente todas las previsiones. No podemos expresar sin crudeza un futuro inminente lleno de calamidades, aquí en nuestro hogar, no podemos sistemáticamente plantear el sibilino debate de crecimiento o cambio. Lector: cada vez que coges un avión, cada vez que quemas combustible para desplazar las toneladas de tu coche eres un poco más inepto, menos eficiente, más parte de la hecatombe. Cada vez que crees que tu envase incensario será reciclado, cada vez que acudes con tu bolsa de tela, eres parte de un problema serio, ¿te lo seguirás tomando en broma? ¿a qué esperas para escoger bando? Estas tardando. Yo te hablo con finura, ya verás los puntos sobre las íes que pone David Wallace. Ojalá nos dejemos de estupideces y comencemos a luchar en la misma dirección: el decrecimiento inteligente para una supervivencia de los sistemas vivos.

Compartir el artículo

stats