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HISTORIA

La memoria en letras

No está de más repasar de cuando en cuando nuestros recuerdos como sociedad acudiendo a la literatura

Annual. YOUTUBE

En el pasado mes de julio coincidieron en el recuerdo dos hechos de armas convertidos en desastre, principalmente por la desidia, la negligencia, la prepotencia, o todo ello en su conjunto, que cualificó la actuación de los militares en la cúpula de cada una de aquellas operaciones. La primera de ellas, de la que se cumplen ahora cien años, nos toca más de cerca; el desastre de Annual, que trascurrió entre el día 22 de Julio y el 9 de agosto de 1921, reclamó la vida de alrededor de nueve mil españoles y de unos dos mil quinientos rifeños adscritos al ejército español de África, aún cuando los historiadores no consiguen llegar a un acuerdo sobre el número exacto. La otra, iniciada el día 1 de julio de 1916 y que se prolongó hasta el mes de noviembre de aquel mismo año, fue la sucedida en un, ahora, bello y suave valle formado por el rio Somme, en la Picardía francesa; en aquellos parajes el ejército británico sufrió 57740 bajas, de ellas 19240 muertos.

En ambos casos los paganos de las ínfulas de gloria de generales, apegados en ambos casos más a su vanidad que a la realidad, fueron los guripas, los militares de base, soldados, reclutas o mandos menores, arrastrados a una lucha cuya única esperanza de vida era la de resultar lo suficientemente herido como para librase de la muerte.

La memoria en letras

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Pero no es de esas muestras de la idiocia humana de las que quiero hablarles sino del diferente trato que ambos desaguisados, igual de reprobables, igual de criminales, igual crueles, igual de sangrantes, reciben en la producción literaria en sus respectivas naciones. En la Gran Bretaña la batalla del Somme ha dado lugar a un sinfín de libros históricos pero también a toda una pléyade de obras literarias que han intentado llegar al trasfondo humano de aquella carnicería; obras, novelas que han dado génesis a innumerables películas que de forma directa o tangencial han tratado el tema; la causa de la ingente obra literaria británica quizá fuera por el gran número de licenciados universitarios que fueron convertidos en oficiales y que se vieron abocados a los horrores de las trincheras. Gentes co mo Tolkien o Graves, sirvieron en aquel ejército y no cabe duda que algo de sus experiencias rezuma en su obras; impresionan y conmueven sobre manera dos obras: la recopilación de poemas titulada Up the line to death, que libremente traducido diría Subiendo la línea hacia la muerte, y el libro autobiográfico de Vera Britain Testamento de Juventud.

La memoria en letras

La memoria en letras

Es curioso que en una España que cabalgaba, en aquellas fechas, sobre dos generaciones literarias, la del 98 y la del 27, la literatura ya no histórica, que no es poca, sino literaria, no es que sea escasa, es que aquel asunto es una gran desconocido, como si a los españoles les importara menos la suerte de sus ancestros en las tierras del Rif que a los británicos lo ocurrido en los campos de Flandes y que ellos recuerdan en iglesias y universidades hasta los nombres de los caídos. Un ejemplo de ello, entre otros muchos, existe en el Merton College de Oxford que muestra, en su claustro, una lista gravada en piedra de todos sus alumnos caídos en las trincheras; que diferente forma de interesarnos.

La memoria en letras

La memoria en letras

Y no es que no se hayan dado esfuerzos por nuestros literatos para que hagamos algo de memoria, obras que intentan beber por igual de la ficción y de la realidad, muestras de ello son El nombre de los nuestros de Lorenzo Silva o Cuando leas ésta carta de Vicente Gramaje, o también la primeriza novela de Ramón J. Sender Imán o últimamente El prisionero de Annual de Alfonso Basallo, nieto del protagonistas de la historia; todos ellos con el ansia de recrear la vida a su manera, como dice mi admirado Arturo Pérez Reverte.

La memoria en letras

La memoria en letras

No está pues de más repasar de cuando en cuando nuestros recuerdos como sociedad acudiendo la literatura de no tanta ficción; con ayuda de la esos pasajes transitar tant o por nuestras luces como por nuestras sombras que toda sociedad, como toda persona, contiene en su existencia, aunque solo sea para tener una visión comparativa entre aquellos sucesos y los nuestros contemporáneos. Y es que la memoria de los pueblos es como la nuestra personal, conforma nuestro ser, influye de un modo u otro, malea y condiciona. En palabras del bardo porteño Borges “somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos”.

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