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CÓMIC

Superman sí, Superman no

Superman sigue funcionando como una gran metáfora de los temas más variados. Ahora lo encontramos en una entretenida aventura juvenil donde se nos recuerda que es un emigrante más, en su caso venido del espacio

Superman sí, Superman no

La portada presenta al guionista, Gen Luen Yang, como «autor superventas». Eso, unido al interés que ha despertado su título, me hacía temer lo peor. Un sentido alegato contra el racismo, sin chispa de interés dramático. Pero no ha sido así, sino todo lo contrario. El tono del argumento, sumado al delicioso dibujo del grupo japonés Gurihiru, nos indica rápidamente que este producto se dirige a un lector joven al que no se va a marear con sutilezas ni pedanterías. Estamos ante una narración sencilla y directa, con protagonistas también jóvenes, que aprenden algunas verdades sobre la vida en la ciudad. La primera peculiaridad es que el héroe, Superman, participa de ese aprendizaje. No se trata del campeón maduro al que estamos acostumbrados sino del personaje inicial, que se corresponde con el que apareció en Action Comics, en los años treinta. Un superhéroe fuerte pero no tan fuerte y con poderes pero no tantos. Que podía saltar muy alto pero no volar. A lo largo de la historia los diferentes personajes aprenden sobre todo a no tener miedo. Los hermanos protagonistas representan las dos caras de la emigración. Está el que desea fundirse en el crisol y sabe que no tendrá problemas en integrarse y la que se siente diferente y tiene la firme convicción de que nunca encajará. Superman, como miembro de una cultura extranjera, también participa de esa voluntad por ser normal. Si algo nos han devuelto las redes sociales es el viejo concepto de la normalidad. Lo que todo miembro de cualquier colectivo teme es ser señalado como diferente. Hoy más que nunca la diferencia ha sido machacada en el altar de la identidad. Aprender a combatir eso es el trayecto que nos sugiere esta aventura, mucho más sofisticada de lo que su apariencia juvenil y ligera sugiere. Y también sale el Klan. Como se nos explica en un epílogo imprescindible, el origen del guión está en un programa radiofónico de 1946 con Superman enfrentado al Klan. Después el texto ofrece una vista muy completa del racismo en los USA, atendiendo a los diferentes grupos étnicos: chinos, judíos, japoneses, negros, etc. Incluye algunas pinceladas personales muy emotivas. Como el caso del padre del escritor y su amigo Dave, un blanco a quien conoció en la universidad y que le hizo comprender que también había buenas personas en América. Y esta es una idea que se impone en la narración. No todos los miembros del klan son lo mismo. Hay villanos ambiciosos y sin escrúpulos y que emplean los disfraces para manipular a los borregos. Están los que se ven arrastrados por los prejuicios pero pueden llegar a cambiar. Muchos matices intermedios que el argumento explora con cuidado en una obra que, además, resulta tremendamente entretenida. Y muy recomendable.

Superman contra el Klan. EDitorial Hidra, 240 páginas, 14,95 €.

Superman contra el Klan. EDitorial Hidra, 240 páginas, 14,95 €. GENE LUEN YANG Y GURIHIRO

En el extremo opuesto se encuentra Superman. Arriba en el cielo de Tom King y Andy Kubert. Una niña desaparece y el guión se esfuerza por convertir eso en «el gran concepto». ¿Debe Superman olvidar otras responsabilidades para salvar solo una vida? Para responder a esa pregunta se desarrolla una trama complejísima, con profusos textos y unas acciones alambicadas de las que toda sencillez queda excluida. Todo es rimbombante y abrumador. Nada importa. El estreno de la serie Wandavision ha vuelto a poner de moda la miniserie de King sobre La Vision. Me lo he releído y sigo pensando que lo mejor es el dibujo, contenido pero preciso, de Walta. El argumento solo coincide con la serie en el tema subyacente. Hacemos lo que sea necesario para preservar una ansiada normalidad. En el guión de King se empieza por el asesinato y luego se acumulan mentiras. Creo que el relato televisivo es mejor, con un inicio sorprendente y unos efectos realmente especiales. Respecto a King, intenta dar la sensación de que lo que cuenta es muy importante. Pero no consigue construir personajes que nos transmitan esas ideas. De hecho sus protagonistas son carcasas vacías, no interesan. Con lo que las ideas no nos alcanzan, se quedan en declaraciones, ecos de presuntas verdades que nunca nos creeremos.

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