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La «cruzada» que hizo más ricos a los ricos

El periodista Mariano Sánchez Soler indaga en las relaciones entre Franco y las grandes familias de la banca durante la dictadura

La «cruzada» que hizo más ricos a los ricos

Mariano Sánchez Soler (Alicante, 1954) es uno de los periodistas españoles que más conocen sobre la fortuna de Francisco Franco Bahamonde, del resto de los Franco y de una serie de banqueros y capitalistas que apoyaron el golpe de estado del 18 de julio de 1936 y, posteriormente, al régimen en su desarrollo y consolidación. Sus rigurosas investigaciones las ha ido plasmando en Ricos por la Patria (2001), con el que se alzó con el Premio Rodolfo Walsh, Los Franco S. A. (2003), La transición sangrienta (2010) y La Familia Franco S. A. (2019). Ahora, infatigable, Sánchez Soler retoma estas pesquisas en una nueva entrega, Los ricos de Franco, de reciente aparición en las librerías españolas.

En La Familia Franco S. A. (2019), el autor nos llevaba de la mano por el trayecto que se iniciaba con la nómina de general de Franco hasta los negocios de su yerno, el marqués de Villaverde, y el incremento exponencial del patrimonio de toda la familia. Ahora, Los ricos de Franco (2020) comienza con una consigna de Franco en plena Guerra Civil: “Se equivocan quienes creen que hemos venido a mantener los privilegios del capitalismo” (1 de octubre de 1936). Sin embargo, seis años después, ganada la contienda civil y sintiéndose fuerte con su alianza con Adolf Hitler y Benito Mussolini, la retórica no necesitaba enmascarar la realidad y de ahí que afirmase: “Nuestra cruzada es la única lucha en la que los ricos que fueron a la guerra salieron más ricos” (21 de agosto de 1942).

Numerosos factores habían ocurrido entre una proclama y la otra, pero el principal fue que el franquismo no fue un régimen de partido único, al estilo del nazismo, el fascismo o el estalinismo. En realidad, entre el generalísimo y los españoles, los únicos cuerpos intermedios eran los de todas las familias que le habían ayudado a hacer la guerra, a ganarla, a afianzar el régimen y, sobre todo, a mantenerle a él en poder, pues, al decir de Paul Preston, Salvador de Madariaga y los generales Miguel Cabanellas Ferrer y Alfredo Kindelán, Franco era un enfermo del poder, cuya obsesión era perdurar en el mando y no soltarlo en la vida. Una de esas familias, posiblemente la más importante, fueron los banqueros. Durante las tres primeras décadas del siglo XX, la banca española vivió una importante expansión, que se detuvo en 1931, principalmente por la crisis de 1929 y la llegada de la II República española. Sin embargo, la banca española emergió del primer franquismo en una situación de fortaleza nunca antes conocida. Las razones hay que buscarlas en que la oligarquía bancaria se había impuesto a la República y que, el 18 de julio de 1936, los dirigentes de la banca española ya habían tomado partido por el golpe militar. Y no fue solo el apoyo económico del banquero Juan March, sino que “muchos llegaron a combatir en el ejército de Franco, como los Oriol y Urquijo, los Ybarra, los Arteche, los Gamazo, el hijo del conde de los Gaitanes, Luis de Ussía y Gavaldá, que luchó como capitán de transmisiones en el frente del Ebro, o Juan Claudio Güell y Churruca, conde Güell” (p. 68).

Ganada la guerra, Franco hizo políticos a los ricos y ricos a los políticos. Y les concedió medallas, títulos de nobleza, les hizo ministros, procuradores en Cortes y caballeros de órdenes imperiales. En medio de la autarquía, la escasez, el hambre y estraperlo en que estaba sumido el país, “el generalísimo asumió la potestad de otorgar títulos nobiliarios el 4 de junio de 1948. Se los otorgó a 36 personajes desde José Antonio Primo de Rivera a Luis Carrero Blanco” (p. 249). Y el nombre de los 36 lo detalla el autor desde la página 250 a la 253. Uno de los que destaca es el banquero y empresario Pedro Barrié de la Maza, que fue nombrado conde de FENOSA, cuestión que le valió las mofas de su cuñado Serrano Suñer.

Al final, lo ocurrido lo resumió uno de los ministros franquistas, José Antonio Girón de Velasco: “Los grandes beneficiarios del régimen franquista fueron la gran empresa y algunos grandes capitalistas […]; la parte del león, como siempre, se la llevó el gran capital” (p. 143).

La «cruzada» que hizo más ricos a los ricos

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