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Brújula editorial

Viaje al corazón de Auster para no atascarse en el azar

Un año después de que Paul Auster compareciese con su monumental 4321, nos llega ahora la más profunda indagación que el autor de Leviatán haya hecho nunca sobre su obra. Las más de cuatrocientas páginas de Una vida en palabras son el fruto sin precedentes de largas horas de conversación con la profesora danesa I. B. Siegumfeldt, quien tuvo la pericia de seducirle para que hablase y la suerte de intentarlo cuando Auster, al borde ya de los 70 años, había decidido que, sí, que "tal vez era el momento de hablar", aunque sin dejar de tener presente que "¡un autor no puede analizar su propia obra!".

El volumen se divide en dos partes -la referida a sus escritos autobiográficos y la que desmenuza los de ficción- y gira en torno a once asuntos, desde la relación entre lenguaje y cuerpo a los espacios en blanco, el confinamiento, los objetos abandonados o la experiencia judía. Para no quedarse atascado en el azar.

Una selva donde los tigres son dioses que se comen a la gente

Autora de numerosos documentales y de una veintena de libros sobre la vida salvaje, la multipremiada Sy Montgomery es conocida por obras tan sorprendentes como El alma de un pulpo o tan escalofriantes como este El embrujo del tigre. Montgomery es una naturalista cuya curiosidad la ha animado a acercarse, demasiado incluso, a murciélagos, serpientes, pirañas o leopardos de las nieves. Pero también tiene una parte de chamán que la lleva a entender las oscuras conexiones entre algunos animales y ciertas comunidades humanas. El subtítulo de este volumen es la mejor explicación sobre este punto: "Un viaje al lugar donde los tigres se comen a los hombres y los Hombres adoran a los tigres". El lugar es la selva bengalí de los Sundarbans, mundo regido por las leyes de la magia donde los tigres, en lugar de evitar al bicho humano, se lo comen a cientos cada año en ejercicio de sus prerrogativas divinas.

Newton como alquimista o el peso de los saberes oscuros

Sir Isaac Newton (1642-1727) es para muchos la mente científica más fértil conocida. De ahí el elevado interés que se condensa en estos Cuadernos alquímicos, selección de algunas de las miles de páginas que escribió sobre el asunto en sus 84 años de vida. Un interès doble como doble era la esencia alquímica en la época de Newton. Por un lado, suma de saberes prohibidos en los que se buscaba conocimiento, salud y, tal vez, inmortalidad.

Por otro, práctica experimental de transformación de la materia que más pronto que tarde se mutaría en Química y perdería la proscripción. La cohabitación de ambos aspectos en la mente de un Newton que también era teólogo arriano planteará al lector curioso preguntas sobre las relaciones entre ciencia y artes oscuras o sobre el papel de Dios en el pensamiento científico antes de que Darwin dinamitara el relato bíblico. O en nuestra incapacidad para advertir dioses que nos lastran.

Los laberintos sin salida de una autora sin asiento en el mundo

He aquí todo un descubrimiento para buscadores de joyas perdidas. La poeta y cuentista londinense Charlotte Mew (1869-1928), cuya pluma transitó la senda que enlaza la era victoriana y el modernismo anglosajón, creció en una familia muy proclive a la fragilidad psíquica. Ella misma se suicidó bebiéndose una botella de desinfectante tras años de vestirse como un hombre en las escasas ocasiones en las que salía del hogar donde se confinaba junto a su madre y su hermana. Tal vez por esa dificultad para encontrar asiento, nunca obtuvo amplio reconocimiento para sus escritos, que, sin embargo, gozaron del aprecio de jueces como Virginia Woolf, Joseph Conrad o Ezra Pound. Algunas formas de amor reúne en castellano cinco largos relatos en los que Mew sitúa a sus personajes en encrucijadas de las que no saben evadirse o en las que sólo encuentran la salida de emergencia que se abre sobre el vacío.

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