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PRIMERA RFEF

Una temporada más al límite en el Atlético Baleares

El equipo palmesano ha vivido 18 cambios de entrenador, ha jugado en tres campos y ha tenido dos propietarios desde que subió en 2010 a Segunda B

La plantilla del Atlético Baleares celebra la permanencia en Las Gaunas, el sábado. FERNANDO DÍAZ/DIARIO LA RIOJA

El Atlético Baleares salvó la categoría en la última jornada con su victoria en Logroño. Un hecho que será una línea más en la historia de un club acostumbrado a vivir al límite desde que subió a Segunda B en Tudela en 2010. Su afición ha vivido trece años en la tercera categoría nacional llenos de vaivenes, sufrimientos y la ilusión por alcanzar el fútbol profesional. Para su alegría, repite la próxima temporada en Primera RFEF.

El repaso a la reciente historia blanquiazul da para escribir un libro. Especialmente el primer lustro de su estancia en Segunda B. Y si se añade lo vivido desde 2014, para producir una serie. En este periodo (2010-2023) la afición balearica ha conocido a dos propietarios, cuatro presidentes, ha ido a tres campos y ha visto 18 cambios de entrenador.

Ascendido en 2010, la apuesta de Inverfútbol y Bartolomé Cursach (su propietario entonces), no acabó de cuajar. Cierto es que no sufrió el equipo, salvado con holgura en tres temporadas y luchando por el ascenso en la 11-12.

Fue con Gustavo Siviero de técnico, cayendo en la final de campeones con el Mirandés y después con el Lugo que dirigía Quique Setién. Pep Sansó y Paco ‘Chichi’ Soler firmaron después una campaña 12-13 de transición y desilusiones, que culminó con el cierre del Estadio Balear por peligro de derrumbe.

Llegó Nico López al banquillo, con Cursach ya más fuera que dentro (también su presidente Fernando Crespí), el club con problemas económicos y el equipo jugando en Magaluf. Fue la apuesta mallorquina, que gestionó el propio técnico (con Dani Fiol asumiendo la presidencia de la entidad, que acabó en concurso de acreedores). De forma inesperada, el equipo se salvó holgadamente y casi se mete en la lucha por el ascenso. En aquella plantilla llena de jugadores de la isla destacó el rumano Florin Andone, que llegó cedido desde el Villarreal B.

La temporada 2014-15 fue un punto de inflexión en la historia del Atlético Baleares. Aterrizó el empresario Ingo Volckmann con el objetivo de subir a Segunda División, el fútbol profesional. El equipo se trasladó a Son Malferit (ya campo de la Federación Balear de Fútbol), remodelado con el dinero del germano para que pudiera ser la sede del equipo hasta la construcción del nuevo Estadio Balear. Quizás, el gran éxito de la actual propiedad.

El inicio de la ‘era Volckmann’ arrancó con cierto aire continuista: Toni Garau asumió el cargo de presidente y Nico López siguió en el banquillo. Y llegó el joven Patrick Messow -que aún sigue tras nueve años- a la dirección deportiva. Pero las exigencias eran altas y el ‘producto balear’ fue aderezado con varios futbolistas europeos. En enero, el equipo tonteaba con el descenso y hubo cambios: cese de Nico, y Siviero al banquillo. Además, Garau dimitía y Volckmann asumía también la presidencia.

En la 2015-16 las expectativas fueron más altas. Christian Ziege, exjugador del Bayern de Munich, fue la apuesta en el banquillo tras despedir a media Liga a Siviero. En una temporada discreta, la afición celebró dos títulos: la Copa Federación y la salida del club del concurso de acreedores.

Es a partir del verano de 2016 cuando el club ha vivido sus mayores altibajos en el plano deportivo. Se pasó de luchar por el ascenso, con Josico en el banquillo (se eliminó al Toledo y se perdió con el Albacete) a salvarse del descenso casi de forma milagrosa en la 2017-18: llegó el técnico vasco Manix Mandiola con el equipo casi hundido y se salvó en la última jornada ganando al Ebro (3-1).

Mandiola

Dos temporadas aguantó Manix en el banquillo blanquiazul, las dos más exitosas a nivel deportivo del Baleares. Campeón en el Grupo III en la 2018-19, nunca tuvo más cerca el ascenso a Segunda: perdió con el Racing de Santander en la eliminatoria de campeones, superó después al Melilla y en la final por subir… se topó de nuevo con el Mirandés.

En la campaña 2019-20 el Baleares volvió a ser campeón, esta vez en el Grupo I y en un año atípico, el de la pandemia por el coronavirus. Se jugó una fase de ascenso en sede única y con eliminatorias a un solo partido. El Baleares perdió con el Cartagena en los penaltis la final de los campeones y en semis cayó ante el Cornellà. La gran noticia de esa temporada fue el regreso al Estadio Balear.

Mandiola cerró su etapa en el Atlético Baleares y la propiedad apostó por Jordi Roger, figura clave en las últimas y decepcionantes tres temporadas del equipo. El técnico se ha sentado tres veces en el banquillo y ha sido cesado dos; pero sigue de secretario técnico.

Su primera temporada fue en la atípica 2020-21, la campaña post-pandemia. Muchos grupos, con pocos equipos y dos fases por disputar. El Baleares fue quinto en la primera y segundo en el grupo de la salvación, con Xavi Calm (ayudante de Roger) ya en el banquillo, para asegurarse la presencia en la novedosa Primera RFEF (de nueva creación, una Segunda B reducida para potenciar la tercera categoría nacional).

Los dos años en Primera RFEF han sido convulsos, con varios cambios de entrenador al no alcanzarse las previsiones. En la 2021-22 el objetivo era ascender, pero el equipo ni siquiera alcanzó los play-offs (acabó sexto). El Atlético Baleares no brilló en la Liga, pero firmó una brillante actuación en la Copa del Rey: tras dejar fuera al Calahorra eliminó a dos equipos de Primera, Getafe (5-1) y Celta (2-1) para caer ante el Valencia (0-1) en los octavos de final; su mejor clasificación en el torneo del KO.

Y esta temporada el objetivo era también pelear por ascender, pero al final el equipo ha acabado luchando por la salvación. Una permanencia que se logró este pasado sábado en Logroño, con el mallorquín Tato García en el banquillo, y que se festejó casi como un título. La historia del Atlético Baleares en la tercera categoría nacional continúa.

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