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Oblicuidad

Descubre al neandertal que anida en tu interior

El primer gran descubrimiento genético de Svante Pääbo es que el Nobel de Medicina es hereditario, porque ya lo había recibido su padre. Cabe agradecer además al Instituto Karolinska que excepcionalmente haya galardonado un hallazgo de exhaustividad sobrecogedora que puede entender, aunque nunca materializar, un profano. En concreto, el aislamiento, análisis y secuenciado del ADN de un Neandertal. La tarea titánica no solo refuerza los mecanismos de evolución darwiniana, también descubre un familiar insospechado del Homo sapiens, siempre tan celoso de su exclusividad.

Una famosa reacción victoriana al proponerse que los humanos descendían de los simios se amparaba en que «esperemos que no sea cierto, pero si lo es, recemos para que no se difunda». La metódica investigación de Pääbo dentro de la Paleogenómica ilumina un campo igualmente perturbador, los cruces entre especies desarrolladas en paralelo. En contra de la hipótesis del aislamiento, se ha descubierto que los Neandertales y los sapiens no solo convivieron durante miles de años, sino que también procrearon durante esa etapa de interacción en Europa y Asia.

Gracias a los intercambios sexuales de su predecesores, los europeos y asiáticos actuales poseen hasta un cuatro por ciento del equipaje genético correspondiente a los Neandertales. De nuevo, lo más inquietante es que se divulgue esta procedencia híbrida, que pronto será explotada bajo el eslogan de «Descubre al Neandertal que anida en tu interior». Los porcentajes no son mayoritarios, pero denotan valores significativos. Si la escisión tuviera algún sentido, disfrutaríamos de la condición de nuestros familiares extintos durante varias horas al día, el tiempo suficiente para liquidar la prepotencia sapiens.

El trabajo ímprobo de Pääbo con huesos que tienen decenas de miles de años de antigüedad es lo más cerca que estaremos de un viaje al pasado, si descartamos la fértil imaginación de Michael Crichton. Aquello sí eran tiempos difíciles, aunque subsisten las dudas sobre unos Neandertales que durante milenios no desarrollaron ninguna de las iniciativas que hoy se identifican con el progreso, por lo que sigue pendiente el punto de hipotética ruptura. No eran chimpancés, tampoco sapiens, el Karolinska destaca que su compatriota ha avanzado en delinear «qué nos hace únicamente humanos». Sin embargo, el regocijo ante el descubrimiento impide detallar dónde anida la esencia genética de la humanidad.

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