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La historia de la música a través del Festival de Pollença

Repasando los programas de la presente edición del festival de Pollença, uno puede hacerse una idea clara de lo que ha sido la historia de la música occidental

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La historia de la música a través del Festival de Pollença

Durante sus sesenta y una ediciones, por el claustro de Sant Domingo de Pollença y participando en el Festival de Música han pasado todo tipo de artistas, de producciones y programas. Repasar las ediciones impresas de cada uno de los ciclos, aparte de ser un entretenimiento es una manera de adentrarse en la historia de la música.

Ahora bien, no vamos a pedir que echen mano de la hemeroteca, sino que cojan la programación de la presente edición que en unos días va a dar comienzo y verán cómo, solamente con siete programas diferentes, se recogen prácticamente todas las formas musicales desde el barroco hasta la música actual, incluida la cinematográfica.

Veamos.

Empecemos por el concepto de Sinfonía, una forma musical que con el tiempo ha cambiado de significado ya que, en el barroco, una Sinfonía era equivalente a una Obertura, una pieza musical, mas bien corta, que precedía a una obra más extensa, como una ópera o una suite. Así, por ejemplo, Bach o Haendel titularon como sinfonías algunas de sus oberturas para sus oratorios o cantatas. Ahora bien, cuando esas oberturas crecieron, haciéndose más largas, diferenciando momentos rápidos de otros lentos, fue entonces cuando poco a poco tomaron entidad propia hasta llegar a Haydn que las convirtió en piezas de concierto, eso sí, manteniendo el mismo nombre de Sinfonía, aunque poco o nada tenían que ver con sus hermanas polisémicas. Desde el clasicismo una Sinfonía es una obra instrumental, normalmente en cuatro movimientos, incluyendo dos rápidos (primero y último), uno lento (el segundo) y una danza (el tercero, en forma de Minuetto). Pero claro, las normas están para ser transgredidas, al menos por los artistas grandes, así que vino Beethoven y decidió cambiar algunas cosas, como incluir la voz humana en una Sinfonía. Pero esa es otra historia.

Pues bien, en la edición actual del Festival de Pollença, que dará inicio el 6 de agosto, tendremos ocasión de escuchar dos ejemplos de sinfonía: la Tercera de Mendelssohn y la Octava de Dvorak (por las orquestas Nacional de España y la Simfònica de Balears, respectivamente). Y aún más: en ésta última, en el cuarto movimiento, el autor utiliza una forma musical interesante, la de Tema con variaciones, una manera de hacer música a partir de una melodía, propia o de otros compositores, y mostrarla de diferentes maneras.

Una historia parecida a la del concepto de Sinfonía pasa con el concepto de Concierto con solista, en el que un instrumentista protagoniza una obra musical, normalmente en tres movimientos, acompañado de una orquesta.

Ese concepto de Concierto con solista deriva de una forma musical, también propia del barroco como es el Concerto Grosso. En éste, un instrumentista o un grupo reducido de instrumentistas de entre los que forman la pequeña orquesta toca en algunos momentos de forma destacada, por encima del resto. Hay que decir que el concepto de orquesta sinfónica no aparece hasta el clasicismo cuando las formaciones aumentaron en número hasta unos veinticinco músicos; y no es hasta el romanticismo cuando toman la forma que tienen actualmente, con más de sesenta profesores. Corelli, Bach, Haendel o Vivaldi calificaron como Concerto Grosso algunas de sus obras. 

En la programación del festival de este 2022 podremos escuchar esas diversas formas de Concierto, que van desde el barroco hasta el romanticismo, pasando por el clasicismo, lo que permitirá comprobar la evolución primero del Concierto con solista y también la del concepto de orquesta, ya que, por una parte Il Giardino Armonico presentará algunos Concertos en el monográfico Vivaldi, la Camerata Salzburg ofrecerá su versión de un Concierto para violín de Mozart y las dos orquestas sinfónicas, que abrirán y cerrarán el ciclo, harán lo propio con conciertos para piano de Schumann y de violín de Mendelssohn.

Y ya que hablamos de Mendelssohn, hagamos un paréntesis para comentar la admiración que éste sentía por Bach, lo que hizo que, a principios del siglo XIX, redescubriera su obra coral y vocal, olvidada desde hacía más de cincuenta años. Con Mendelssohn renacen las Pasiones y las Cantatas de Bach, hasta convertirse en lo que son hoy: auténticos monumentos de la historia del arte. Y si estamos en el capítulo de las admiraciones, comentemos que Bach sentía gran admiración por Vivaldi, cuya música conoció en la corte de Weimar. De hecho, versionó para otros instrumentos conciertos del veneciano, entre ellos el conocido como Grosso Mogul, que aparece en el programa d’Il Giardino.

Y sin dejar a Mendelssohn, como curiosidad, diremos que en su Concierto para violín (que podremos escuchar interpretado por Christian Tetzlaff) no ofrece tregua entre los movimientos, ya que los enlaza de forma que ni músicos ni público puedan relajarse. Y es que, en la época, había la costumbre de aplaudir entre tiempo y tiempo. También es el primer concierto en el que el compositor escribe él mismo la Cadencia, que es el momento en el que el solista toca solo, sin acompañamiento. Antes de Mendelssohn las cadencias eran improvisadas por el intérprete, con lo que esto suponía (algunas malas, otras muy largas); así que Mendelssohn decidió escribirla él mismo.

Tanto en el concierto de Les Arts Florisants como en el d’Il Giardino Armonico, el teclado aparecerá en forma de clavecín, un instrumento de cuerda pinzada que poco a poco desapareció con la invención y entrada en escena del piano, que es de cuerda percutida, lo que permite tocar suave (piano) y fuerte (forte), cosa que con el clavecín es imposible, de aquí el nombre inicial del nuevo instrumento musical: pianoforte.  

Sin el piano no hubiera existido la eclosión sonora del romanticismo. Ni el clavecín ni el clavicordio (éste también de curda percutida) servían para los ideales sonoros de Haydn, Mozart y, sobre todo, Beethoven, que fue el que llevó la forma musical Sonata a lo que es ahora.  

La palabra Sonata apareció como contrapunto (nunca mejor dicho si hablamos de música) de la forma Cantata (con canto), ya que quería dar nombre a una partitura en la que no aparecía la voz humana. Así que la Sonata es, hoy, una obra instrumental escrita para pocos instrumentos y normalmente dividida en tres o cuatro partes o movimientos.

En el caso que nos ocupa, el Festival de Pollença de este mes de agosto, tendremos la oportunidad de poder escuchar al pianista Francesco Piemontesi interpretando una de las grandes sonatas del primer romanticismo, nada menos que la Sonata número 21 de Schubert, obra maestra, sin duda, en la que el compositor demuestra lo gran melodista que es, componiendo y enlazando temas uno tras otro, todos ellos llenos de inspiración.

Hemos citado a Les Arts Florisants i a Il Giardino Armonico. Pues bien, esos dos grupos serán los encargados de llenar dos veladas del Festival de Pollença de la llamada Música Antigua, expresión que no significa solamente el hecho de interpretar obras de hace tiempo, sino que va más allá. Hacer Música Antigua es hacer música de la época que sea, pero buscando la estética, el sonido y el espíritu del momento en el que fue compuesta. No podemos hablar de Música Antigua si lo que hacemos es interpretar a Bach con un piano, por ejemplo.

Y finalmente llegaremos a la música de hoy. En ese campo, el festival también nos da información, ya que tendremos, por una parte el estreno de la obra Pollença de Antoni Parera Fons y por otra, una sesión especial dedicada a la música de cine, con la Orquestra de Cambra de Mallorca, con Bernat Quetglas al frente.

En resumen y como conclusión: en Pollença encontraremos la historia de la música resumida en siete capítulos. 

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