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OBLICUIDAD

La literatura de diario de milena busquets

Umberto Eco calcula en su delirante Diario Mínimo los presupuestos económicos de las obras maestras de la literatura universal. La mayoría destaca por la modestia de los recursos exigidos, pero hay autores manirrotos que despilfarran fortunas inasumibles en sus ficciones. El género de los diarios de personalidades se presta al derroche, muy pronto los anotadores se codean con personajes estelares en restaurantes no menos opulentos.

Las palabras justas es el diario del año 2021 de Milena Busquets, después de la revelación de También esto pasará. La editorial considera útil no informar al lector de que son meses de pandemia, ni siquiera detalla el calendario, porque se ha propalado la especie de que los libros con covid no venden. Esta omisión no daña una agenda original por su normalidad, y que encima cumple con la exigencia del precio ajustado que valoraba Eco. En más de un momento, la autora parece decir más que escribir, y expresarse además mientras se embarca en las tareas domésticas o en las prisas urbanas que definen sus observaciones.

Prisas y prosas urbanas sirve como título orientativo, la segunda generación de la saga de los Tusquets, Bohigas y demás gauche divine ataca de nuevo. El lector veraniego sin pretensiones está en su derecho a circunscribirse a Joël Dicker, pero quienes ambicionen un plus encontrarán una perspectiva inesperada en Las palabras justas, sin necesidad de vestirse de gala. Un ejemplo vale más que mil palabras. «Nunca, ningún año, he conseguido odiar la Navidad». En efecto, el rechazo a la imagen literaria dominante del desprecio a las festividades se envuelve con una frustración, pero si lo explicas pierde la gracia.

Todo en Busquets es lineal, desde la constatación de que «probablemente Spielberg sea el artista vivo más importante» a sus periódicas visitas al psiquiatra, pasando por su facultad para apasionarse con sobretonos sexuales, porque «ser enamoradiza debería ser el octavo pecado capital, me ha hecho perder mucho más tiempo que los otros siete juntos» Los mejores libros son los que no deberían gustarte, y la publicidad de Las palabras justas con o sin ocultación del coronavirus me provocaría rechazo. Incluyo la alergia a su protagonista única, una de esas personalidades obsesivas que atribuyen significado a las inconsistencias de cada jornada. Y sin embargo, la alterada barcelonesa te atrapa en su red mientras parece que se dedica a otra cosa. Escribe como todo el mundo, pero sabe transformarlo en algo muy vecino del arte.

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