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‘Anatomía de un escándalo’: poder y consentimiento

La escritora Sarah Vaughan habla sobre su famoso

‘best-seller’ de 2018 y la lujosa adaptación en formato de miniserie que ha desarrollado David E. Kelley (‘Big little lies’, ‘The undoing’) para Netflix

Sienna Miller y Rupert Friend, en una imagen promocional de ‘Anatomía de un escándalo’.

Sarah Vaughan escribió ficción de niña, pero llegada la pubertad sintió que su imaginación se evaporaba. Y no volvió a intentarlo hasta la semana en que cumplió los 40. «Tuve que dejar mi puesto de periodista en 2008 por problemas en mi segundo embarazo», nos explica la escritora por videollamada. «Durante un tiempo, fui freelance, pero odiaba serlo. Al final llegué a un acuerdo con mi marido: él me mantendría mientras yo escribía una novela y encontraba editor en el plazo máximo de un año».

Del acuerdo surgió una novela (publicada) sobre la maternidad y la absurda búsqueda de la perfección, El arte del pastel perfecto, a la que siguió la aquí inédita, pero muy vendida en Francia, The farm at the edge of the world. Pero nuestra entrevistada no supo realmente que iba en la dirección correcta hasta el éxito internacional de Anatomía de un escándalo (Roca Editorial), oscuro thriller judicial en el que invirtió todo lo aprendido durante sus años como corresponsal política para The Guardian. Netflix ha estrenado su adaptación a miniserie, con el hitmaker David E. Kelley (Big little lies, The undoing) como desarrollador.

Acusación de violación

Michelle Dockery (Lady Mary Crawley de Downton Abbey) se ha agenciado el que Vaughan considera «el mejor personaje» que ha escrito: Kate Woodcraft, experimentada jurista, altamente especializada en el enjuiciamiento de delitos sexuales, que ejerce como fiscal en el caso contra James Whitehouse (Rupert Friend, de Homeland), secretario de Estado del Gobierno británico y amigo íntimo del primer ministro. Whitehouse está acusado de violar a su investigadora parlamentaria Olivia Lytton (Naomi Scott), la que fue, por otro lado, su enamorada amante durante cinco meses. Sienna Miller brilla como nunca (o, en realidad, como casi siempre) en el papel de la esposa del hombre puesto en entredicho, ¿con o sin todo el motivo?

Aunque leyendo el libro y viendo la serie se pueda pensar en esa era dorada del thriller legal y/o erótico que fueron los 90, la inspiración principal de esta trama fue la realidad. Y el sueño. Vaughan se explica: «No había leído thrillers legales. Como he sido periodista, siempre me inspiran las noticias. Fue muy importante una columna del Telegraph sobre un futbolista de aquí [Ched Evans] al que habían declarado inocente tras haber sido condenado a prisión por la violación de una chica de 19 años. La columnista, Allison Pearson, recordaba haber oído a unas jóvenes diciendo que si la violada fue a su habitación de hotel, no esperaría jugar al Scrabble. Y pensé en lo mucho que las mujeres juzgan la sexualidad de otras mujeres. Esa noche soñé los mimbres de la trama».

Otra gran inspiración fue Boris Johnson, al que había entrevistado en 2004 sobre su affaire con Petronella Wyatt. Por mentir sobre aquel lío (y no por el hecho de tenerlo) fue despedido de la ejecutiva conservadora. «En aquel momento —explica Vaughan— yo tenía 32 años y creo que era todavía un poco ingenua. Cuando hablé con Johnson me impactó que no se sintiera compungido por haber mentido; que no tuviese ningún remordimiento, más todavía siendo una figura tan pública».

Vaughan describe Anatomía de un escándalo como una historia de «abuso de poder, consentimiento y violación, sin olvidar el privilegio». Es también una historia de, sobre todo, mujeres, algo que llevó a las productoras Bruna Papandrea (Big little lies) y Liza Chasin (María, reina de Escocia) a luchar fieramente por la adaptación. «Acabó siendo una serie de mujeres. S. J. Clarkson [Succession] había leído el libro y se ofreció como directora. David [E. Kelley] tiene una gran experiencia, pero [la codesarrolladora] Melissa James Gibson, que había trabajado en House of cards, ayudó mucho con la parte política».

La propia autora ejerce como productora ejecutiva y tuvo oportunidad de «ofrecer notas sobre posibles variaciones en muchos aspectos. Ellos tenían la decisión final en todo, pero sentí que se me escuchaba y que mis comentarios se tenían en cuenta». Quizá en parte por esta experiencia positiva , las mismas productoras se han hecho con los derechos de Reputation, el recién publicado quinto libro de Vaughan, para preparar una nueva serie.

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