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Cuando Mallorca acuñaba su propia moneda

Siendo soberano, en la Edad Media, y bajo la Corona de España, el Reino de Mallorca acuñó sus propias monedas; en el siglo XVIII, instaurada la Dinastía Borbónica, la Casa de La Moneda del Reino de Mallorca, ya bajo la cobertura jurídica del Decreto de Nueva Planta, no interrumpió sus trabajos

Cal Marquès del Palmer, en la calle Sol, acogió la última ceca de Mallorca. B. Ramon

Cuando con el Tratado de Utrech, al alborear el siglo XVIII, se puso fin a la Guerra de Sucesión en España aceptando Europa que el nieto de Luis XIV de Francia, Felipe, fuera entronizado como Rey de España, iniciando la Dinastía de la Casa de Borbón, que sigue hoy ostentando la jefatura del Estado, los decretos de Nueva Planta procedieron a centralizar las estructuras jurídicas de los diferentes reinos de la península, que con los Austrias conservaron sus instituciones y fronteras, lo que dificultaba el comercio interior. Pese a ello, un organismo fundamental del Reino de Mallorca subsistió a los largo del siglo. Fue la Casa de la Moneda, con lo que en la isla se mantuvo el sistema monetario heredado de los Habsburgo, los reyes del imperio Austro-húngaro, fenecido con la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial (1918).

El historiador Eduardo Pascual, profesor de Historia Moderna en la UIB, que a lo largo de su carrera ha indagado a fondo sobre los aspectos más sobresalientes de la Mallorca del ‘siglo de las luces’, ha llevado a cabo un amplio trabajo sobre la Casa de la Moneda del Reino de Mallorca. Destaca el profesor Pascual, recogiendo lo dicho por la historiadora María Teresa Muñoz, que el cambio dinástico de los Austrias a los Borbones, no originó cambios sustanciales en el sistema monetario más allá de los elementos tipológicos para proceder a la identificación del nuevo rey, Felipe V, y su procedencia. Al iniciarse el siglo XVIII la Monarquía disponía de un complejo y diverso sistema monetario salido de sus cecas (instalaciones en las que se funden, fabrican y acuñan monedas) de Castilla, Navarra, Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca. Al Borbón no le quedó más remedio que aguardar a que se solidificaran las estructuras centralistas, que la situación política y militar le fuera propicia, para iniciar la reforma unificadora.

Plano antiguo de Palma que sitúa la ceca de Mallorca.

La Guerra de Sucesión no trastocó el modelo preexistente, aunque sus derivadas políticas y económicas sí tuvieron relevante repercusión en el futuro de la ceca real insular. Los Decretos de Nueva Planta implantados en los territorios afectos al que fue pretendiente austríaco archiduque Carlos (entre ellos Mallorca) constituyó solo el primer paso dado por los Borbones para avanzar en la unificación monetaria al eliminar el derecho particular de acuñación en los territorios de la vieja Corona de Aragón, lo que permitió establecer un estricto control sobre las casas de la moneda al tiempo que se extendía el sistema castellano al conjunto de los reinos hispánicos.

Can Catlar, antiguo Can Palmer, acogió la última ceca. B. Ramon

La apertura del primer taller monetario en Ciutat de Mallorques (Palma) está ligada a la voluntad de los monarcas de la Corona de Aragón (los independentistas utilizan frecuentemente la definición Confederación catalano-aragonesa) que, en su afán conquistador, facilitaron que sus territorios dispusieran de cecas en Barcelona, Perpiñán, Valencia y Mallorca. Con la conquista de Mallorca en 1229 se procedió a acuñar la primera emisión de monedas, entre 1231 y 1233, aunque de escaso volumen para complementar la introducida desde Cataluña. La acuñación de moneda, también denominada labra, constituyó una actividad discontinua llevada a cabo por especialistas agremiados en la Casa de la Moneda, conocida como Colegio de Obreros Monederos, que, a efectos legales, estuvo bajo el control del Gran i General Consell y, desde 1718, del Ayuntamiento de Palma.

Eduardo Pacual profesor de Historia Moderna de la UIB, es un estudioso de la Casa de la Moneda del Reino de Mallorca. Manu Mielniezuk

Jaime II, en su condición de rey privativo de Mallorca, optó por disponer de un sistema monetario propio, con privilegio de acuñar su moneda, aunque solo en el territorio insular, no en Perpiñán y la Cerdaña. De modo que, al iniciarse el siglo XIV fueron otorgados dos privilegios que posibilitaron que Mallorca dispusiera de monedas denominadas de plata y de vellón y de oro.

Incorporada Mallorca a la Corona de Aragón, los privilegios de 1315 fueron ratificados reactivándose la ceca con la acuñación de moneda de nuevas unidades mallorquinas, como era el real de oro en forma de medio cuarto de real. La ceca mallorquina mantuvo intermitentemente su actividad durante la vigencia de la Casa de Austria. En el siglo XVII el reino de Mallorca pasó por serias dificultades financieras, por lo que se acuñaron 100.000 escudos de plata y oro. La carencia de moneda «menuda» hizo que Felipe II aprobase la acuñación de 1000 escudos de doblés para paliar la carestía de circulante. La crisis económica hizo que se solicitase a Felipe III permiso para labrar 30.000 libras; solo se concedió autorización para 6.000. Hasta 60.000 marcos de vellón fueron acuñados en los años posteriores para poder abastecer de grano a la isla. Con Felipe V se aprobó una nueva batida de moneda de 50.000 libras de vellón. Esta moneda incorporaba el escudete de la familia Puigdorfila.

Un sistema monetario propio. Escudos acuñados en 1704. Dobler acuñado en época de Carlos II. Florín del siglo XV. Áureo & Calicó

Después de la Guerra de Sucesión se estableció una política de control monetario, de intervención en el nombramiento de cargos en las cecas y reducción de la diversidad de moneda circulante. Se inició la etapa final de la ceca de Mallorca. Se acuñaron monedas de oro, para lo que se tuvieron que donar alhajas, lo que también posibilitó acuñar medallas conmemorativas. El cierre de la ceca de Mallorca aconteció el 25 de octubre de 1787. Se imponía la moneda común a todos los viejos reinos de las Españas.  El circulante, la vieja moneda, fue enviada a la Casa de la Moneda de Segovia para ser utilizada en las nuevas acuñaciones. Mallorca ya no volvió a labrar su propia moneda.

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