Corrían los años 20 cuando un joven catalán, piloto de aviación de profesión, comenzó a indagar sobre cómo constituir una escuela de hidroaviones. En aquella época el sector vivía en todo su esplendor, al ser uno de los medios de transporte más seguros, además de una red de comunicación importante (en el ámbito militar fue un elemento clave durante la Primera y Segunda Guerra Mundial). La inquietud de Àngel Orté Abad no cesó hasta que logró su cometido: crear el primer centro de enseñanza de hidroaviones de España (íntegramente civil). Y lo hizo en Portocolom. Una localidad, desconocida para muchos, que marcó un punto de inflexión en su historia.
El ‘Macchi’ M-3 que los alumnos de la escuela utilizaron para hacer prácticas.
M. Buades
Corrían los años 20 cuando un joven catalán, piloto de aviación de profesión, comenzó a indagar sobre cómo constituir una escuela de hidroaviones. En aquella época el sector vivía en todo su esplendor, al ser uno de los medios de transporte más seguros, además de una red de comunicación importante (en el ámbito militar fue un elemento clave durante la Primera y Segunda Guerra Mundial). La inquietud de Àngel Orté Abad no cesó hasta que logró su cometido: crear el primer centro de enseñanza de hidroaviones de España (íntegramente civil). Y lo hizo en Portocolom. Una localidad, desconocida para muchos, que marcó un punto de inflexión en su historia.
Un hidroavión en aguas de Portocolom en el 90 aniversario del centro de enseñanza.
M. Buades
Corrían los años 20 cuando un joven catalán, piloto de aviación de profesión, comenzó a indagar sobre cómo constituir una escuela de hidroaviones. En aquella época el sector vivía en todo su esplendor, al ser uno de los medios de transporte más seguros, además de una red de comunicación importante (en el ámbito militar fue un elemento clave durante la Primera y Segunda Guerra Mundial). La inquietud de Àngel Orté Abad no cesó hasta que logró su cometido: crear el primer centro de enseñanza de hidroaviones de España (íntegramente civil). Y lo hizo en Portocolom. Una localidad, desconocida para muchos, que marcó un punto de inflexión en su historia.
La joya de la corona: ‘Macchi’ M-3.
M. Buades
Corrían los años 20 cuando un joven catalán, piloto de aviación de profesión, comenzó a indagar sobre cómo constituir una escuela de hidroaviones. En aquella época el sector vivía en todo su esplendor, al ser uno de los medios de transporte más seguros, además de una red de comunicación importante (en el ámbito militar fue un elemento clave durante la Primera y Segunda Guerra Mundial). La inquietud de Àngel Orté Abad no cesó hasta que logró su cometido: crear el primer centro de enseñanza de hidroaviones de España (íntegramente civil). Y lo hizo en Portocolom. Una localidad, desconocida para muchos, que marcó un punto de inflexión en su historia.
Àngel Orté Abad, quien fundó la escuela, junto a unos colegas.
M. Buades
Corrían los años 20 cuando un joven catalán, piloto de aviación de profesión, comenzó a indagar sobre cómo constituir una escuela de hidroaviones. En aquella época el sector vivía en todo su esplendor, al ser uno de los medios de transporte más seguros, además de una red de comunicación importante (en el ámbito militar fue un elemento clave durante la Primera y Segunda Guerra Mundial). La inquietud de Àngel Orté Abad no cesó hasta que logró su cometido: crear el primer centro de enseñanza de hidroaviones de España (íntegramente civil). Y lo hizo en Portocolom. Una localidad, desconocida para muchos, que marcó un punto de inflexión en su historia.
Los estudiantes debían hacer sobre una docena de prácticas con el hidroavión antes de examinarse.
M. Buades
Corrían los años 20 cuando un joven catalán, piloto de aviación de profesión, comenzó a indagar sobre cómo constituir una escuela de hidroaviones. En aquella época el sector vivía en todo su esplendor, al ser uno de los medios de transporte más seguros, además de una red de comunicación importante (en el ámbito militar fue un elemento clave durante la Primera y Segunda Guerra Mundial). La inquietud de Àngel Orté Abad no cesó hasta que logró su cometido: crear el primer centro de enseñanza de hidroaviones de España (íntegramente civil). Y lo hizo en Portocolom. Una localidad, desconocida para muchos, que marcó un punto de inflexión en su historia.
Un hidroavión sobrevuela sa Punta de Portocolom en los años 20.
M. Buades
Corrían los años 20 cuando un joven catalán, piloto de aviación de profesión, comenzó a indagar sobre cómo constituir una escuela de hidroaviones. En aquella época el sector vivía en todo su esplendor, al ser uno de los medios de transporte más seguros, además de una red de comunicación importante (en el ámbito militar fue un elemento clave durante la Primera y Segunda Guerra Mundial). La inquietud de Àngel Orté Abad no cesó hasta que logró su cometido: crear el primer centro de enseñanza de hidroaviones de España (íntegramente civil). Y lo hizo en Portocolom. Una localidad, desconocida para muchos, que marcó un punto de inflexión en su historia.
Alumnos y profesor posando.
M. Buades
Corrían los años 20 cuando un joven catalán, piloto de aviación de profesión, comenzó a indagar sobre cómo constituir una escuela de hidroaviones. En aquella época el sector vivía en todo su esplendor, al ser uno de los medios de transporte más seguros, además de una red de comunicación importante (en el ámbito militar fue un elemento clave durante la Primera y Segunda Guerra Mundial). La inquietud de Àngel Orté Abad no cesó hasta que logró su cometido: crear el primer centro de enseñanza de hidroaviones de España (íntegramente civil). Y lo hizo en Portocolom. Una localidad, desconocida para muchos, que marcó un punto de inflexión en su historia.
Un hidroavión sale del hangar del Port.
M. Buades
Corrían los años 20 cuando un joven catalán, piloto de aviación de profesión, comenzó a indagar sobre cómo constituir una escuela de hidroaviones. En aquella época el sector vivía en todo su esplendor, al ser uno de los medios de transporte más seguros, además de una red de comunicación importante (en el ámbito militar fue un elemento clave durante la Primera y Segunda Guerra Mundial). La inquietud de Àngel Orté Abad no cesó hasta que logró su cometido: crear el primer centro de enseñanza de hidroaviones de España (íntegramente civil). Y lo hizo en Portocolom. Una localidad, desconocida para muchos, que marcó un punto de inflexión en su historia.
Corrían los años 20 cuando un joven catalán, piloto de aviación de profesión, comenzó a indagar sobre cómo constituir una escuela de hidroaviones. En aquella época el sector vivía en todo su esplendor, al ser uno de los medios de transporte más seguros, además de una red de comunicación importante (en el ámbito militar fue un elemento clave durante la Primera y Segunda Guerra Mundial). La inquietud de Àngel Orté Abad no cesó hasta que logró su cometido: crear el primer centro de enseñanza de hidroaviones de España (íntegramente civil). Y lo hizo en Portocolom. Una localidad, desconocida para muchos, que marcó un punto de inflexión en su historia.