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Oblicuidad | ‘Annette’, una de las mejores (y peores) del año

En mi lista de las mejores películas del año no faltará Annette. Y muy probablemente la incluya también entre las peores de 2021. En una sociedad que aborda críticamente vídeos de un minuto de duración, dos horas y media largas dan tiempo suficiente para albergar juicios contradictorios. De una cosa estoy seguro, el esfuerzo hercúleo del coproductor Adam Driver lo condena al Oscar al mejor actor masculino. Al igual que ocurre con Joaquin Phoenix en Joker, agradeces educadamente la exhibición, pero no te reconcilia con la amargura del espectáculo.

Si quieres odiar la vida, Annette es una excelente película para lograrlo, por mucho que su director insista en que el cine ha de ser divertido. Claro que el francés Leo Carax es un genio y un lunático, puestos a utilizar sinónimos. En la pareja protagonista, el virtuosismo anatómico de Driver contrasta con una Marion Cotillard peligrosamente descuidada y en pésima forma física, lo cual obliga al contorsionismo de la cámara. Sí, ya sé que nadie adora a actores y actrices por su cuerpo.

Ajena hasta extremos inquietantes de la película que protagoniza, Cotillard renuncia como madre de Annette al cetro de sucesora de Juliette Binoche, exnovia de Carax al que acabó tildando de sádico. Imitando a Maria Callas después de haber reproducido a Edith Piaf, la actriz convaleciente si no enferma se rebaja a sucedáneo de las estáticas Mélanie Laurent o Alicia Vikander.

Un musical es veneno para la taquilla, pero Annette se atreve con el género como versión desquiciada de Annie. Puede presumir de una extraordinaria obertura en So may we start, propiedad como el resto del libreto de los dos hermanos de Sparks, pero ninguna otra canción provocaría la envidia de Andrew Lloyd Webber. La crítica más exacta de una película consiste en oponerle o proponerle títulos alternativos. Por ejemplo, Ha muerto una estrella o la versión francesa de La La Land, porque Los Angeles es el nuevo París. Aclaremos que ninguna producción aquí citada acaricia siquiera a Moulin Rouge.

Annette es un manifiesto contra la paternidad. Le da título la hija de los protagonistas, encarnada por una marioneta detestable y más parecida de lo deseable a Chucky, el muñeco diabólico. A los enemigos de la pedagogía cinematográfica no nos preocupa la transgresión, pero la película que inauguró Cannes es incapaz de mantener sus promesas, al igual que sucede con la inmensa mayoría de las obras de arte.

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