Entre los eminentes artistas que se unen a las privilegiadas mentes científicas de Victoria Abril, Miguel Bosé, Alaska, Jim Carrey o Djokovic se cuenta últimamente el mago de la guitarra Eric Clapton, que dice que se ha vacunado y le ha ido mal, y como a él le ha ido mal utiliza su fama y su predicamento entre sus seguidores profanos y científicamente descerebrados para promover que la gente no se vacune, aludiendo oscuros conjuros misteriosos, a la censura de los promotores de milagrosos tratamientos alternativos y a no sé cuantas gilipolleces más. El colectivo sanitario, que las ha pasado canutas, hace tiempo que está harto de esta gentuza. El bueno de Clapton tiene una afección neurológica crónica seguramente derivada de su afición pasada a inyectarse heroína y a su alcoholismo de años, pero la culpa es de la vacuna.