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Entrevista

Antoni Lliteres: "La cultura está denostada porque hay falta de valores"

Durante ocho días, puntual a las siete de la tarde, salía a su balcón en la zona de es Fortí para amenizar a sus vecinos el confinamiento - Volverá a hacerlo cuando pase la pandemia

Antoni Lliteres.

P La primera pregunta es de rigor. ¿Cómo lleva el confinamiento?

R Dicen que los músicos y cantantes clásicos estamos muy acostumbrados a la soledad por nuestra profesión, así que diría que lo llevo bien. Suelo estar solo, viajar y dormir en hoteles lejos de los míos. Así que a veces me imagino que esto es más o menos lo mismo. Una cosa que he aprendido en esta profesión y sus rutinas es a concentrarme, a estar conmigo mismo.

P Durante 8 días salió a su balcón, en la barriada de Es Fortí, para cantar alguna pieza de ópera o canción lírica a sus vecinos. ¿Por qué lo hizo?

R Antes de que se decretara el estado de emergencia aquí, ya ví que en Italia lo hacían algunos compañeros míos y pensé que estaba muy bien. Pero nunca me hubiera imaginado que llegaríamos a esta situación. Cuando ocurrió, me dije que sería una bonita forma de animar a mis vecinos y la verdad es que gustó mucho. Pero creo que haber continuado más días no era lo que tocaba. Tampoco se trata de abusar y cansar. Volveré cuando todo esto ya haya pasado.

P Hay quienes apuntan a que este tipo de iniciativas se hacen buscando notoriedad...

R Siempre busco la verdad en las cosas, y para mí la verdad es estar bien conmigo mismo, llegar al corazón de la gente y hacerles sentir bien. Ha sido el público más exigente que he tenido en mi vida y la tensión antes de salir a cantar ha sido, sin duda, superior a la que he sentido en otros escenarios del mundo.

P ¿Más que en su debut en el Teatro de Zarzuela?

R Mucho más. A nivel profesional sabes cuál será el resultado acústico porque cuentas con músicos con los que has estado ensayando, con tus compañeros, con el director... y además, el público que va a verte sabe lo que va a ver. Cantar para mis vecinos era una experiencia totalmente incontrolable. No sabía si iba a gustar o no, si lo entenderían, lo apoyarían...

P Quien le oye cantar e interpretar dice de usted que lleva la musicalidad dentro...

R Si alguien me inculcó la pasión por la música esa fue mi abuela paterna. Gracias a ella crecí y fui educado en la música popular mallorquina. Interioricé mucho esas melodías y desarrollé una musicalidad que mis maestros luego han reconocido.

P ¿Y cómo es eso de que el público, cuando le escucha, se pone a llorar?

R Dentro del mundo de la música clásica, los cantantes somos los más complicados. No solo interpretamos una partitura, sino un texto, damos vida a un personaje, actuamos... normalmente nos dicen que debemos mezclar corazón y técnica, porque si solo te centras en las emociones te puedes llevar un buen castañazo. Parece ser que mi voz es bastante natural y eso me permite cantar con el corazón, hecho que explicaría el llanto o emoción que con facilidad suscito entre el público. Lo que sí tengo claro es que este confinamiento, esta experiencia, me ha hecho crecer. Así que supongo que estas nuevas emociones también se notarán en los próximos compromisos.

P Compromisos que para este 2020 se presentaban interesantes y que le iban a dar una repercusión profesional alta y que ahora han quedado en el limbo...

R Hace unos días hablé con los responsables del Teatro de la Zarzuela, donde teníamos que empezar a ensayar La Tabernera del Puerto y todo indica que la producción se va a aplazar. Ya se ha cancelado el Macbeth que íbamos a hacer con los Amics de l'Òpera de Sabadell a finales de este mes y queda la incertidumbre de todo lo demás. Lo vamos a pasar muy mal. Hasta ahora, no teníamos ni sindicato que nos representase, pero gracias a la iniciativa del barítono gallego Luis Cansino, se ha creado el sindicato de Artistas Líricos de España con el que esperamos poder sentarnos en una mesa de negociación para reivindicarnos y escuchar las propuestas del Gobierno.

P ¿Por qué la cultura es siempre la gran olvidada en las ayudas?

R La cultura es la gran denostada pero no solo políticamente hablando, sino también socialmente. Creo que hay una falta de valores total y que nos estamos deshumanizando, tenemos muchas pantallas y nos relacionamos poco. Este es un problema del primer mundo, siempre sujeto a las tendencias. Ojalá esta crisis nos ayude a cambiar.

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